La reliquia sagrada [Trama nº 11]

La guardia de Dominus Castle, era gloriosa, llena de reglamentos, procedimientos y puntos que cubrir, nada escapaba de la vista de sus guardias y era realmente honorable el ser partícipe de una de ellas. Era aburrido, Fingon como Custos Dei podía ir y venir a cualquier parte del reino y muchos de los altos cargos se aprovechaban de ello dándose la gran vida, la puerta lateral del castillo estaba siendo vigilada por él como un guardia más. Con una lanza ceremonial y un gran escudo dorado cambiaba su peso de un pie al otro mientras sus ojos fijos en el horizonte trataban de ver una emboscada o ataque donde no había ninguna y ello le hacía prestar muchísima más atención. Mientras lo hacía practicaba en su mente, los elfos no son tan fuertes físicamente, pero mentalmente son potentes, por ello realizaban ejercicios de concentración y meditación para aumentar su poder, la lógica, la perseverancia y la disciplina eran claves en la orden secreta que militaba, una donde la fortaleza de sus convicciones era medida con una vara muy alta y por ello pocos eran los escuchaban el nombre de ella y menos aun los que eran miembros activos. Su uniforme era el reglamentario y realmente pasaba por un soldado más enfundado en la armadura completa que denotaba su asignación al castillo más importante del mundo. Hasta que llego una visita.

-Realmente no tienes por qué hacer este tipo de cosas. Eres un paranoico, sabes que hay soldados que pueden hacer este trabajo y que son muy bien recompensados con días de franco.- dijo una hermosa chica elfa con cabellos rojizos y tez muy blanca.

Nerdanel:

-Todos los puestos en el ejercito de nuestro altísimo señor son primordiales Nerdanel, el hacer una guardia no me denigra, además como mi padre dijo, uno debe ser cercano a los hombres que comanda, y debe ser capaz de hacer el trabajo de absolutamente todos, incluso de los que están abajo, sino las filas de soldados te verán como un consentido o en el peor de los casos un incapaz- respondió Fingon sin moverse ni un solo milímetro de su puesto.

-Bueno como sea, sé que lo cualquier cosa que te diga no te hará cambiar de parecer. Aun así llego una carta desde arriba, dicen que debes acudir a una expedición con la guardia.- Indico la elfa mientras sacaba una carta de un pequeño bolso que llevaba en el cinto.

-Que guardia?- interrogo Fingon a su prima, Nerdanel Sindar.

Una hora después de entregada la carta, el Custos de la casa Sindar, se encontraba armado con su uniforme de combate y preparando su armamento, Nerdanel iba detrás de él hablándole cosas triviales e intentando que firmase algunos documentos propios de su cargo como rendiciones de gastos, rotaciones de guardia, francos, y admisión de nuevos reclutas, entre ellos vio un nombre que ya había visto antes y trato de memorizar todos los de los nuevos prospectos pues le agradaba llamar a las personas por su nombre en lugar de llamarles por su rango o su título nobiliario, le parecía una práctica denigrante hacia los demás e incluso deshumanizadora para quien lo hace.

Nerdanel consulto si quería algún tipo de preparación especial o incluso si deseaba que le acompañase de alguna forma?, Fingon se negó, indicando que era la ocasión ideal para conocer a fondo a sus compañeros de la guardia real, a quienes conocía solo por nombre y a un par por descripción, salvo por una que había conocido y había luchado con él en una misión que otros considerarían trivial, jamás la olvidaría, su fortaleza mental, su convicción y su relación con sus soldados le llamo especialmente la atención, era especial y no sabía explicarlo con palabras pero estaba deseoso de aventurarse una vez más con ella en alguna cruzada importante para verla combatir. Además que seguramente alguien más la querría ver. Alguien peludo orejón y con una jadeante lengua. El viaje fue algo corto, usaron un navío de guerra que casualmente se dirigía a Chaos y desde ahí su fiel compañero Hellfrost lo llevo, este era un lobo gigante de pelaje oscuro y rayas color cyan, muy inteligente que solía llevarle de un lugar a otro.

Spoiler:

Cuando se acercaron a su objetivo, el castillo de Chaos el lobo olfateo un aroma peculiar, uno que hizo que el lobo corriera aún más rápido, el elfo acaricio las orejas del animal tratando de averiguar qué era lo que le hacía actuar de esa manera. Cuando al fin estuvo a la vista el castillo comprobó que era lo que había sentido. Tal como lo había hecho en el pasado con Aldara, otra Custos, Hellfrost, el Fenrir había olfateado a otra compañera de armas, esta vez según la descripción… bueno era bastante corta cuando ojeo los documentos. Ponía en la letra de Nerdanel “Tiene más orejas que tu”, su nombre es Kuro Usagi, se veía jodidamente fuerte, ciertamente un acierto en la elección del Lord. El lobo aminoro la velocidad y el elfo descendió de su montura al tiempo que se quitaba la capucha.

-Bal'a dash mi señora, mi nombre es Fingon Sindar, Quinto Dei de nuestro Lord.- dijo en elfico extendiendo la mano a la mujer conejo para estrecharla.-Supongo que es usted la que nos dirigirá verdad? Nuestro señor ha elegido bien y que la hubiera escogido como su guardián me dice que usted es una persona sumamente confiable, espero que nos llevemos bien- Indico mientras hacia una pequeña reverencia en muestra de respeto, sus ojos incandescentes solían acarrearle un montón de preguntas y esperaba que nadie hiciera hincapié o le preguntase si le dolía tener los ojos hechos ascuas de color verde esmeralda.

Fingon trato de con su vista elfica inspeccionar el terreno en toda su extensión tratando de comprobar que no hubiera algún peligro inmediato, pues las garras de los terrores podían extenderse en cualquier lugar, el lobo mientras caminaba alrededor de Kuro Usagi olfateando, deleitándose de su aroma embriagador, y cuando se acercó demasiado al punto de querer olfatear con el tacto las largas orejas, Fingon le dio una orden con un tenue silbido y el fenrir retrocedió como si le hubieran dado con un palo, Fingon entonces le sonrió y el lobo volvió a ser el juguetón de siempre.

-No hagas eso Hellfrost, o no tendrás más amigos- increpo mientras tomaba del cuello al gran animal para alejarlo de su compañera en la guardia del lord y se dirigió entonces a un grupo de militians, uno de ellos destacaba y era el primero que vio.

Tenía un aspecto serio, Ärud, era uno de los nombres del documento que su ayudante le había mostrado, Orion Ärud, tenía pintas de ser un hombre fuerte, vestía completamente de negro y tenía aspecto de ser un excelente guerrero, no tenía marca alguna en su rostro que parecía de porcelana, Fingon incluso siendo elfo tenia algunas marcas de luchas anteriores, en su ojo, aunque apenas se veía, en el pecho, el riñón, y las costillas. Parecía un buen candidato a ser uno de los siguientes Custos, porque la vida útil de un guardia no es nada si supera las expectativas de vida de su amo. Sus ojos, sus profundos ojos azules que reflejaban el turquesa de los mares que tanto amaba Fingon, en el fondo, muy en su interior al ver esos ojos, sintió nostalgia del ancho mar que amaba.

-Ustedes deben ser los nuevos reclutas, mi nombre es Fingon, de la casa Sindar, el quinto Custos para serviros, espero que actúen de acuerdo a su posición, nuestra misión es importante y la palabra de nuestro Lord es sagrada, si se encuentran en una situación de peligro, escúdense en mi persona, yo no dejare que caigan porque cada vida cuenta en la guerra que libramos contra las tinieblas y también espero que si me encuentro en apuros sepan auxiliarme, puesto que todos son vulnerables a una muerte prematura. Soldados del Lord!!. Alzaos con la victoria o caigan con la muerte!!!.- Gritó mientras extendía la mano abierta frente a sí mismo y Hellfrost su lobo aulló profundamente como respondiendo a un  grito de guerra.

Interacciones:

Spoiler:

El miembro 'Garnet Vermell' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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'Dado Cósmico' :

Resultados : 62

Había pasado tantas cosas en tan pocos días. Conocí a un par de otros seres amigables que realmente me hicieron pasar buenos momentos entrañables que no iba a olvidar, pero... ¿Por qué precisamente ahora estaba pensando en ese tipo de momentos en mitad de una misión? Quizás algo en mi interior me decía que lo íbamos a pasar fatal dentro del castillo pero era obvio que yo no me iba a asustar como si nada, aunque mi yo interno verdadero el que estaría fuera de misiones realmente le asustara tal cosa. Era evidente que en este tipo de cosas me ponía seria y trataba que mis emociones no afectaran en tal cosa, como si en el momento de actuar en este tipo de cosas dejara de ser yo misma y formara parte de ser alguien totalmente fuera de mi personalidad natural. Fue entonces cuando asentí ligeramente con la cabeza y eleve un puño a modo de decisión. Era la Terzo Dei de los Custos Dei, no era momento de estar pensando en cosas que me distrajeran en la misión que íbamos a llevar a cabo el ejercito del Lord sama.

Aun seguía esperando a mis compañeros, porque había sido la primera en llegar en el lugar. Por eso, cuando mis orejas largas escucharon el motor de un vehículo, me voltee lentamente para ver de quien se trataba y eran un par de Militans Dei. Uno de ellos era Orion, el cual se me acercaba y el otro era Ivan. Yo en gesto de saludo incline ligeramente la cabeza, haciendo que las orejas azuladas se movieran a la vez. —Espero que el viaje les haya sido leve a todos. Como ya sabréis, soy la Terzo Dei Kuro Usagi. Ya veréis que todo saldrá bien y saldremos de una sola pieza de ese lugar. No olvidéis de apoyaros en todo momento, porque todos somos uno y siempre tenemos que respaldarnos.— Dije con tranquilidad, mostrando una suave sonrisa con cierto optimismo propio de mi. Aunque en mi mente me los estaba imaginando como si fueran unos chibis con cabezas gigantes acercándose. Trate entonces de borrar esto de mi cabeza, porque no era momento para ello. Por suerte, apareció otra persona más, el cual al fijarme, se trataba del Quinto Dei, el cual conocía por fotos, hasta ahora. Siendo así que acepte gustosa su mano y la estreche con suavidad. —Así es.— Afirme primero a su pregunta. Fijándome en su ojo, cosa que me causo cierto dolor interno al imaginarme que habría pasado pero me ahorraría las preguntas. Así que después de la anterior respuesta que le di, continué hablando. —Igual es un gusto Fingon, por fin nos conocemos cara a cara. Así que digo lo mismo de ti, pues Lord sama no elegiría a cualquiera.— Respondí con tranquilidad al elfo. Teniendo ya mis manos tras de mi misma después de que Fingon dejase de estrecharla, inclinando mi cabeza a modo de respeto hacia su reverencia.

Me quede entonces observando de reojo al peludo compañero del Quinto Dei que no paraba de dar vueltas a mi alrededor, suponiendo obviamente que era suyo porque por algo habían llegado juntos. Lo que no me espere es que este tratara de acercarse más, queriendo olfatear mis orejas, a lo que yo alertada actué como no debía durante una misión. Pues reaccionando de forma natural al saber que mis orejas eran demasiado delicadas, por eso di un paso hacia atrás ligeramente temblando, estando en una pose defensiva y mostrando un rostro algo inusual a cuando estaba antes totalmente neutral. —¡N-noo! ¡Or-orejas kaka!— Aunque hice todo eso para nada, pues Fingon había llamado la atención a su amigo, haciendo que yo segundos después me relajara y tratara de recuperar la compostura. Tratando que lo anterior fuese algo que nunca paso. Escuchando las palabras del Quinto, cosa que me hizo sentir cierta admiración, pues mi presentación o palabras eran algo cortas quizás y las suyas parecían estar llenas de determinación. Aunque no me espere que de la nada que tocaran mis orejas, cosa que cuando lo note, enseguida di un pequeño salto y me aleje de quien haya sido con muchos nervios, volviendo a la pose defensiva y al fijarme de quien se trataba, era el Primer Dei. Iba a replicarle, pero solo desvié ligeramente la mirada hasta queriendo inflar las mejillas, pero me contuve tratando de volver a una pose normal. —E-eso no vale...— Susurre a modo de reproche. Tratando que no se me escuchara.

Fue entonces que me percate que otro de los Dei había aparecido. Era Aldara, la Quarto Dei. Cosa que me hizo recordar cuando yo aun más novata que ahora había entrado en ese puesto y escale de momento hasta ser Terzo Dei, cosa que obviamente me costo demasiado lo suyo. Obviamente incline la cabeza ligeramente al escucharla y dije. —Es un gusto poder conocerte también a ti en persona Aldara. Soy Kuro Usagi, la Terzo Dei.— Dije con sinceridad, aunque obviamente los Custos Dei era evidente que se conocían si o si, aunque no fuese en persona. Pues solo los conocía de fotos pero no verbalmente en persona como los demás. Aunque me había percatado que la Quarto era algo más callada, aunque tanto ella como el Quinto, no podía opinar mucho al no conocerlos del todo personalmente claro.

No sabía quienes más iba a venir, solo me quede mirando por encima a todos de reojo, sin pensar realmente nada. Hasta que mis ojos se posaron en alguien que ya al menos conocía y se trataba de Sasha, Bellator Dei con la cual participo en una misión importante, hasta me había fijado en la diadema que llevaba pero no preste mucho caso. Obviamente cuando termino de presentarse fui corriendo hacia ella sin poder evitarlo y le di un caluroso abrazo, llena de cierta emoción y que luego al separarme, la hice girar conmigo sin poder evitar dejar que mis impulsos emocionales me dominaran por esos momentos. Aunque esta vez al no ser tan exageradamente fuertes, no hicieron cambiar el color de mi cabello. —¡Sasha! ¡Sasha! ¡Sahsa! ¡Me alegro de verte otra vez! ¿¡Cómo te ha ido!? ¿¡Qué tal estas!? ¿Al final que paso con Owen? ¡La ultima vez parecían muy cercanos los dos!— Obviamente me había dejado llevar por mis emociones, cosa que no me esperaba que fuese a suceder, por eso cuando recupere la compostura, pare y me aparte un poco, pero mostrando aun una sonrisa amable hacia ella. —Te queda hermosa la diadema.— Dije de la nada omitiendo todo lo anterior como si nunca hubiera pasado, observando lo bien que le quedaba a mi querida amiga, pues yo era de coger demasiado cariño enseguida a aquellos con los que trato, dependiendo siempre claro. Luego mis ojos se fijo sobre la otra Bellator Dei, conocida esta como Garnet. Obviamente no había tenido mucho trato con esta pero obviamente le dedique una suave sonrisa a modo de saludo, suponiendo que no hacia falta presentarme. Pudiendo imaginar que si era compañera de Sasha, seguramente podría caerme genial como esta primera. Aunque en general yo estaba opinando que seguro que me llevaba bien con todos, sean callados o no.

Observaba con bastante tranquilidad a los ya presentes, recordando el objeto que había usado Sasha hace un rato. Fue entonces por lo que yo rebusque para sacar el mismo item. Me concentré por unos instantes al cerrar los ojos y este lentamente comenzó a romperse en pequeñas partículas, las cuales comenzaron a entrar dentro de mi cuerpo. Notando así como cierta fuerza en mi aumentaba. Que minutos después, me di cuenta que las puertas de roble de la entrada comenzaron a abrirse, cosa que en el fondo me dio cierto temor pero exteriormente trataba de aparentar total tranquilidad. No entendiendo las palabras que le dedico el Primer Dei a la Quarto. Me había tomado de improvisto la voz de ese ser que resonaba en mi cabeza, haciendo que dudara por unos segundos, pero enseguida mi ceño se frunció ligeramente y seguí mirando al frente con decisión. —Vamos chicos. No os separéis y tratar de manteneros juntos siempre, todos unidos siempre podremos contra todo aquello que nos pongan.— Decía omitiendo el miedo en mi voz, teniendo hasta el impulso de tomar la mano de Sasha como si yo misma fuese una niña asustada. Por eso fui sin pensarlo dos veces a adentrarme en ese castillo, tratando de no volver a dejarme llevar por mis emociones.

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Pocas palabras describían a la Cuarto Dei, solemnidad y disciplina podrían ser adecuadas, algo frías para Fingon, pero a fin de cuentas era una persona que había demostrado ser capaz de cualquier cosa que se propusiese, sus cabellos rosas parecían una canción que se desplegaba al viento y su delicada figura le hacía recordar a Fingon por que luchaba, por un mundo henchido de paz, como el espíritu que reflejaba ella. La Terzo Dei aunque parecía perder la compostura a veces le daba una buena impresión, ahuyentar a su lobo de esa forma le hizo aflorar una sonrisa, quizás a Hellfrost le agradase, pero si no quería meterse en problemas es mejor que la dejase tranquila y a veces a esa bola de pelos le costaba entender ciertas cosas.

Entre los presentes también estaba alguien conocida, Vermell, los ojos relampagueantes de Fingon se encendieron un poco y le sonrió amablemente, recordó que era una mujer graciosa con muy buen humor y un espíritu sumamente valiente. Pero que hacia ahí… fue cuando escucho que ahora era una de los Bellator, quizás el embrollo que ocurrió en Chaos la última vez pasó a mayores y tuvo que abandonar su puesto de capitana general según recordaba el elfo. Seria desubicado preguntar qué había pasado?... para nada, quizás cuando iniciasen la marcha lo haría, no quería estar inmiscuido en rencores, menos aún entre naciones. Al cabo de un tiempo llegaron todos los demás, inclusive el Primo Dei que tenía fama de ser un tipo que vagaba por el mundo y se había enfrentado a muchas criaturas en todos los reinos, sin embargo a él solo le parecía que eso era un rumor. Esta sería la ocasión perfecta para confirmar su valía. El alma y la determinación se le encendieron al tiempo que su mente se clarificaba al punto de volverse un ser aparte de su mortalidad. Las ansias le comían el corazón y por fin podría ayudar a la causa de manera real, no atrapando criminales y encerrando a mujeres psicópatas sin corazón.

El castillo, el objetivo de la incursión se alzaba impertérrito frente a ellos, con un orgullo y silencio sepulcral, los ojos del emisario de la luz se trataron de enfocar en la lejanía y trataba de como siempre ver trampas donde no las había, lo cual le hacía aún más cuidadoso. Al ver que casi todos los que debían estar citados estaban listos desenfundo de inmediato su amada espada, la Ashbringer y se enfilo por el camino que llegaba hasta la atemorizante ciudadela. Fingon se calzo la capucha apenas estuvo bajo la sombra del castillo y su lobo le seguía a su costado, tan o más sigiloso que su amo.

-Hellfrost, querido amigo, si algo me ocurre, tienes mi permiso de servirle a quien desees, sé que te llevas bien con la Cuarto Dei, si quieres puedes ser su amigo, pero te pido que jamás me olvides ni caigas en deshonrra, sigue siempre tu instinto y protege a tu amo.- Le dijo hablando en una voz muy baja, tanto como pudo.

El camino hacia el lugar estaba despejado, pero los ojos del elfo siempre atentos no perdieron siquiera un susurro en la oscuridad, la tensión era absoluta pero ni sus ojos ni su lobo detectaron enemigos a la vista. Cuando llego a las puertas del castillo se abrieron de par en par como una imaginaria invitación al horror pues la nada en tinieblas les había dejado entrar. Una vil y gutural voz venida de todas y ningún parte les recibió de improviso, una misteriosa y aparentemente cruel voz de un sirviente de las tinieblas.

-Las tinieblas no nos alcanzaran, pues somos justos redentores de la ley de nuestro lord, sepan tú y tus aliados que la justicia ha llegado a sus puertas y si os rendís ante la palabra de nuestro señor os prometemos que no habrá derramamiento de sangre. El sitio del terror en este castillo ha terminado aprovechen la benevolencia de nuestra orden y ríndanse ante su poder. Reto El elfo mientras levantaba su espada que se iluminaba con la luz del sol haciendo que al menos por unos segundos las tinieblas huyesen del grupo, la luz jamás le fallaba y confiaba plenamente en ella. El orbe que descansaba sobre el canto de su arma estaba encendido en ascuas y le servía de linterna, como un rezo a la luz, una afrenta a todo ser que quisiese atacar al grupo que se sumergía en las oscuras tinieblas de la medianoche. La hora del lobo se acercaba y solo el lord quizás sabía que se encontraba dormitando en las entrañas de la bestia.

Si de algo estaba seguro era de su fe en la luz y como un campeón de la misma iría al frente para enfrentar primero a lo que sea que amenazase al grupo, después de todo sería terrible que uno de ellos pereciese en el transcurso de esta misión tan importante para el gobierno. Sus verdes ojos relampagueantes se iluminaron y como un farol indicaron el camino a seguir en la penumbra. Estaba listo para los demonios.

Datos de Combate: