[+18] We are back to the business [Trama 4.2 de Spirit Soul]

De alguna manera, su regeneracion, aunque lenta, habia sido lo suficientemente rapida, para que desde que habia llegadoa su celda, hasta ahora, el dolor disminullera considerablemente. Su piel estaba restaurándose, a paso lento, pero al menos, ya no sangraba ni dolia. Aun asi, el trauma que aquello le había causado, era mas fuerte de lo que parecía, el dolor que el que la tocaran le ocasiono debido a haber sido prácticamente despellejada y con sus musculos expuestos al dolor y a la presión, sintiendo todo aquello en carne viva, seria el mayor trauma que se le quedaría a la hibrida.

Meme no solia ser mala persona, siempre trato de ayudar a los demás, y siemrpe evito asesinar a las personas, asi se lo merecieran…pero entonces, porque había hecho aquello? Lloraba casi todo el tiempo, ella, que tanto se decía a si misma diferente del hombre que le había arrebatado al vida a su familia, tanto a sus padres, como a su capitán y tripulación y haciendo lo que hizo en el comedor…simplemente se horrorizo de ella mismas. Se abrazo a si misma con tanta fuerza que se volvió a lastimar. En su muñeca tenia aquella pulsera de orbes plateados, pero solo podía cerrar los ojos, y por primera vez en todo el tiempo que había estado ahí, lloro desconosolada y en silencio, sin que nadie la escuchara y por temor, nadie se acercaba a su celda, ni otras prisioneras, ni guardias…a excepción de la visita que había tenido de isela, nadie mas iba a verla y nadie mas se había acercado a ella.

Mientras estaba ahí, abrazandose al punto de lastimarse, llorando, sus labios se movían suavemente, susurrando algunas palabras, arrepentida del asesinato que cometio y solo pensaba en aquella sonrisa timida y ese sonrojo en el rostro de aquel rubio, aquel angel que le había arrancado el sueño y el corazón. —donde estas?—
Preguntaba en el cilencio de su celda.
Al fin armada de valor, decidio ponerse de pie y salir de aquel confinamiento, para ir al comedor, se veía destruida, no podía sonreir. Sus ojos habían perdido aquel brillo que lso hacia tan únicos aun con su peculiar color, estaba callada y en completo silencio. Entonces fue que entre todo se sento en aquel lugar, mirando hacia donde aquel guardia había sido colgado de sus propios intestinos, pero a la vez miraba a la nada…Algo se había roto dentro de ella…algo que paso en ese momento.

Las lagrimas salían de sus ojos y ella solo podía mirar como aquella área se desfiguraba, se enrojecia, como una alucinación, y ese cuerpo colgado, mutilado, le hablaba preguntando el porque lo había hecho, el porque era tan importante esa mujer que ni siqueira conocía…
“te abandonaran aquí adentro, ella tiene quien la salve, ella tiene amigos…y tu? Tu que tienes? El no vendrá a salvarte, él te odia, el era puro y lo manchaste….el jamas te ayudara….el jamas aceptara a una aberración como tu….estas sola…no hay nadie mas aquí…moriras sola, todo cuanto ames te será arrebatado, todo cuanto te haga feliz será destruido…Todo cuando aprecies se despedazara…tu no vales nada…eres solo un error que jamas debio ocurrir…tu tienes la culpa de todo lo que ha pasado….”

—callate….— se cubrio los oidos y cerro los ojos —callate— repidio en un susurro que a ella misma le costo trabajo oir.

“pero que pasa? Acaso no fuiste tu la que le falto el respeto al lord? Acaso no fuiste tu la que inicio esto? De no ser por ti, ellos estian libres, de no ser por ti él estaría puro y seria feliz sin una mancha en su cuerpo”

Memeran se encontraba tratando de alejar esa voz, tal ves de su propio subconicente, cuando sintió el toque de alquien, ese toque, aunque realmente no la había lastimado sobremanera, le dolio demasiado, al punto de reaccionar de forma violenta y de un golpe fuerte, sacar la mano de aquella persona de su hombro, para retroceder sin lograr distinguir bien de quien se trataba —lo….lo siento….— después de disculparse se hecho a correr de forma torpe, pero cuando se dio cuenta estaba en el pasillo rumbo a la sala de torturas, pero también ahí estaba la oficina del custos carceris. Estaba a punto de caminar de regreso cuando en el pasillo vio al viejo tuerto y de repente, cual si fuera una niña pequeña, retrocedio su paso, algo asustada.

El hombre salía de la oficina del custos, pero ella no lo había notado, pensar que podía hacerle daño…las peores torturas…las mas crueles y viles…todo aquello que se le ocurrio se lo había hecho a la pirata. Entonces, para ocultar aquellos ojos, que seguramente el enfermo vegete quedria para su colección, pues tenia colección de órganos humanos y algunas cosas asi su sección de la sala de torturas, los oculto bajo su manga, quedándose de pie, siendo observada por el hombre.

-mi obra maestra, que haces aquí?-

Mese solo se quedo callada y le miro. La mitad de su rostro estaba lleno de vendas que cubrían la parte donde el había extirpado la piel al igual que todo su cuerpo debajo de aquel uniforme de prisionero. —No…no te me acerques…aléjate de mi…—
Meme estaba al borde del ataque de nervios y sabia que terminaría desquitando su ira contra el…aunque en el estado psicológico y burnerable en el que estaba, podía ser lo contrario.
Memeran podía parecer alguien fuerte, lo era, en muchso aspectos, pero al ser una chica que padecio de muchas perdidas, todo lo que había pasado, le había afectado de verdad, mucho mas de lo que ella hubiese imaginado.

El anciano se acerco. Ella quería correr, pero estaba cansada, le dolia el cuerpo, sus vendajes le habían lastimado la piel que estaba en proceso de curación, causando que sangrada y dicha sangre se empezaba a marcar en su uniforme de la cárcel. El hombre se acercaba, paso a paso, dejando que sus pisadas hicieran eco en el silencioso pasillo. —no te acerques…— volvio a repetir mientras no pudo retroceder mas. —Alejate— en su desesperacion, llevo ambas manos al frente, dejando ver aquella pulsera con los orbes plateados de belleza unica, los cuales eran simplemente mas presiosos en su color que las mas finas joyas.

-pero que tenemos aquí? Mira nada mas lo que mi musa me ha traido, un hermoso ejemplar para mi colección-

Meme de inmediato escondio los ojos cubriéndolos con su palma mientras el hombre se abalanzo sobre ella; ella por su parte protegio aquellos ojos y pateo al hombre a la vez que grito algo asustada, reaccionando ante el miedo para gritar. Estaba algo débil, pero aun asi su patada fue lo suficientemente certera para sacarle el aire al vegete el cual se quedo en el suelo mirándola, maldiciéndola con la mirada de su único ojo.

—alejate! Te lo advierto! —

Memeran se quedo ahí parada, asustada y protegiendo aquellos orbes plateados con su manos contra su pecho —No son tuyos! No te permitiré tenerlos! Arcadia le ha quitado demasiado a isetan! No se si mis intisuiones son ciertas! Pero si lo son, estos ojos son algo que hara feliz a ise tan y no pienso dárselos a nadie!—

Se quedó ahí parada, al asecho, por alguna razón la cantidad de guardias era menor que otras veces, pero no iba a relajarse. Estaba preparada para cualquier cosa inesperada que pudiera suceder.

Permaneció en su celda la mayor parte del día por no encontrarse en su mejor estado, por el contrario, momentáneamente se sentía algo débil o agobiada en todo aspecto, eso repercutia seguramente en su cuerpo, más no en su mentalidad que lejos de caer en el abismo total había aprendido a danzar al ritmo de toda aquella locura con la fina o delicada esperanza que algun dia pudiese tomar la tan preciada venganza que su oscurecido corazón anhelaba con tantas fuerzas; la misma fuerza de la tempestades que arrazan con todo a su paso sin miramiento alguno. Los ojos de la joven hibrida permanecían rojizos en todo momento, incluso parecía que estos habían perdido la capacidad de tornarse a su color original.

Un repentino susurro hizo que su corazón se detuviese en ese mismo segundo, puesto que sus orbes y su mente no podían creer lo que tenía en frente. ¿Era acaso producto de una ilusión, o de la misma locura? No podía ser, ese semblante serio, ese porte como así también esa frialdad que calaba hasta los huesos no podía ser parte de ninguna ilusión o producto de su mente, finalmente…había confirmado de alguna manera que lo que más amaba en el mundo entero estaba con vida, en terribles condiciones ciertamente…pero con vida al fin. Cuidadosamente se aproximó hasta él aunque fuesen separados por los barrotes, e incluso puede que se haya muerto del deseo por tocarlo un segundo aunque sea, pero si en algo conocía a ese hombre era que de por si solía ser bastante arisco aun cuando todo estaba bien. Por lo que imaginó que tras todas esas vivencias horribles en Arcadia lo que menos querría era ser molestado.

-Takumi…mi amor- Murmuró primeramente antes de que los ojos de la joven comenzaran a empañarse, a derramar algunas lágrimas que intentó reprimir con todas sus fuerzas. –N-no…es obvio que no estoy bien…p-pero tú…mírate nada más…- Susurró en un tono casi inaudible de voz, bastante afectada por verle en dicho estado. Guardó silencio ni bien el prosiguió con sus palabras, intentando no interrumpirle aunque sus ansias pudiesen más que su cordura en ese estado. Al recibir aquella “orden” expresa del hombre que era su líder, simplemente asintió, a la espera de que nada malo ocurriese. -A-ahi estaré, ten cuidado por favor- Bajó la mirada unos momentos para después retornar a la cama, sentándose ni bien él se alejó por la presencia de los guardias. El poder verle fue como haber recobrado gran parte de su alma, todo el sufrimiento padecido ahora tenía sentido, claramente porque él estaba nuevamente en la vida de la joven revolucionaria.

Escondió el rostro entre sus manos, ocultándolo mientras pensaba una y otra vez, el momento había llegado y no había un segundo de atisbo en su ser, sin embargo, volvió a elevar la mirada con algo de sorpresa al recordar a la chica de cabellos celestes, Memeran. No tuvo más remedio que esperar pacientemente un par de horas, hasta al menos solicitar poder ver a la chica excusando que necesitaba simplemente un momento de distracción.

La guardia no dudó en abrir su celda para dejarla ir, confiada de que seguramente iría a destino y que nada más podría hacer, algo que era completamente cierto por el momento, sin embargo, ni bien se cruzó con el corredor principal que conectaba con la sala de torturas divisó a la chica en un estado alto de nerviosismo, junto con aquel tipo que parecía intentar ponerse de pie con algo de dificultad pero con tal impronta de odio en su mirar que aterraría a cualquiera. Isela frunció apenas el ceño, sabía que si Memeran terminaba en sala de torturas o confinamiento solitario sería más dificultoso después ir por ella, por lo que simplemente terminó colocándose entre ambos, retomando esa mirada completamente sumisa en el reflejo de sus orbes, esa misma que cualquiera podía creer ya que la hibrida era casi una maestra en el arte de la manipulación.

-Por favor, discúlpela, yo pagaré más adelante por su falta cometida, se lo suplico…- Musitó bajito a nueva cuenta, bajando la cabeza en una mínima reverencia en lo que ese tono quebradizo o débil de voz se mantenía, contrastando con su interior que ardía cual bestia ansiosa por venganza. Claramente el tipo continuó con su semblante serio, pero advirtió antes que así sería antes de terminar yéndose no sin antes rempujar a la joven pelinegra quien retrocedió unos pasos por eso. Cuando notó que estuvo lo suficientemente lejos, ese brillo de orgullo pero rabia contenida volvió a hacerse presente en los ojos carmesí de la prisionera. Finalmente se volteó con cuidado, abrazando a la pirata con toda la suavidad y delicadeza propia de ella, escondió el rostro entre el cuello ajeno, precisamente para mantener los labios cerca del oído derecho de la bella pirata.

-Escúchame…cuando las celdas se abran pasaré por ti, ahí nos dirigiremos a la oficina del Custos Carceris que no está lejos del pabellón I, seguramente nos veremos con los demás. Es hoy o nunca…Resiste un poco más- Le comentó con seriedad pero en un tono casi inaudible de voz mientras le regalaba caricias en la espalda, quizás a los ojos de algún otro guardia podía pasar como simples demostraciones de afecto o hasta cierta tensión sexual, algo que a Isela no le importaba. Fue separándose de ella, para después sonreírle con apenas unos atisbos de dulzura, llevó las manos hasta detrás de la espalda y encaminándose poco a poco retomó la dirección para volver a su celda, a la espera que las horas pasaran. ¿Nervios?, seguramente, si algo salía mal era claro que no la contarían…pero fue entonces cuando decidió llamarse al silencio, esperaría pacientemente siempre con esa actitud analítica que tanto la caracterizaba.

Astaroth el demonio, incluso a pesar de encontrarse en aquellas condiciones seguía manteniendo su orgullo intacto. Difícil hubiera sido  que el mismo olvidara que él era el líder de los revolucionarios y que su revolución le esperaba aún fuera de aquellos barrotes, su espíritu continuaba siendo libre y nada en el mundo le impediría escapar de allí. La actitud un tanto tosca y hostil del pirata, dejaban ver con facilidad su escasa educación y su poca formación cultural, pero aquello al duque del inframundo le daba completamente igual. Si le subestimaban tan solo era una ventaja más para sí mismo, no tenía nada en absoluto que probar y no estaba en una situación en que perder el tiempo fuera algo que deseara, por lo que dejó que aquel joven de cabellera verde y escaso de léxico hablara a diestra y siniestra si así lo deseaba. Claramente, el hecho de que mencionara el mapa le sorprendió bastante, por lo que el revolucionario alzó levemente la barbilla y se cruzó de brazos manteniendo aquel porte que le daba cierto aire de superioridad escuchando las palabras del contrario. Resultándole un tanto gracioso que tuviera el valor para exigirle algo a el, sin embargo, recordaba apenas muy vagamente a la joven de cabellos celestes y no tenía idea de su ubicación.

-No sé dónde se encuentra, como su importancia para mi es simplemente nula no la he buscado. Pero sugiero que vayamos al cuarto de máquinas. Desde allí podrás observar todas las celdas por dentro y por fuera, si deseas encontrarla lo más seguro tanto para ti como para ella sería eso. Por lo que si al igual que yo no deseas perder más tiempo, creo que podríamos encaminarnos de una vez, ten en mente que nuestra única forma de escapar es mediante un motín, si abrimos todas las celdas los guardias tendrán que someter a todos los prisioneros y no solo a nosotros. –Musitó el demonio de forma tranquila y serena, sin ningún tono amenazante, mas que su voz que poseía características un tanto dominantes y otro tanto protectora tal vez.

Tras unos momentos el pirata pareció decidirse a ir allí, por lo que el revolucionario comenzó a correr detrás de el siguiendo su dirección por el sonido de las pisadas. No tenían demasiado tiempo y hacer aquello lo suficientemente rápido como para que los guardias no fueran alertados era algo crucial para el éxito del emprendimiento, pues si alguien llegaba a notar la ausencia de ambos en las celdas o les descubrían mediante las cámaras, la cosa se tornaría en una despiadada batalla contra guardias armados. Rápidamente los dos hombres avanzaron desde las celdas de confinamiento solitario hacia la sala de máquinas, que tenía un tamaño similar al de un pabellón pequeño y parecía estar custodiada por dos guardias de la entrada a los cuales reconoció desde detrás de una pared al oír sus voces. En aquel momento observando hacia la nada, decidió tomar la palabra para con el pirata.

-Hmm… No podremos pasar con ellos custodiando el lugar. Necesitamos un plan para atacarles por sorpresa, una distracción… -Aseguró el joven escuchando cada palabra de parte de los guardias que parecían hablar sobre su próximo día libre o algo similar. –Me acercaré a ellos y les haré seguirme en esta dirección, cuando lo hagan lo mejor sería atacarles por sorpresa. Teniendo en cuenta, según quiero imaginar que aún posees todas tus extremidades te dejaré esa parte a ti. Yo intentaré encargarme de uno de ellos mínimamente.

El revolucionario no dijo más, tampoco esperó que el muchacho aceptara el plan. Había poco tiempo y como él había dicho aquello era una colaboración mutua, por lo que aquel plan le parecía justo. Sin mas que aclarar comenzó a caminar hacia los guardias poco a poco, estos parecieron extrañados de verle sin sus instrumentos de limpieza, por lo que comenzaron a soltar burdas burlas hacia el joven de cabellos negros que por primera vez en mucho tiempo dejó escapar una sonrisa de lado. Aquello jamás era una buena señal, cuando de takumi se trataba y aquella no fue la excepción. En el justo momento en que los guardias menos se esperaban un ataque por su parte, Astaroth minimizó la distancia entre él y el primer guardia, golpeando su oído izquierdo con la palma abierta para luego sostenerle de los cabellos y soltar un potente cabezazo sobre la nariz de su enemigo que comenzó a sangrar mientras este caía al suelo. En aquel momento se giró y comenzó a correr en dirección a la última esquina que había pasado donde esperaba que el pirata estuviera aguardando. El primer impulso de aquel guardia fue tomar su arma, sin embargo, el miedo al recordar la sentencia del hombre más poderoso del planeta le hizo guardarla y comenzar a perseguir al revolucionario; aunque encontró algo muy distinto al girar la esquina de aquel pasillo. Cuando ambos guardias estuvieron en el suelo, el demonio se acercó a aquel que él había inmovilizado y sin piedad alguna posó su pie sobre la cabeza del mismo, haciendo presión sobre esta para finalmente destrozarla y acabar con la vida del mismo. No dudó en tomar prestada el arma ajena, pues tenía gran habilidad con las armas de fuego aún que de poco le servía si no podía ver. Pero tenía la esperanza de que su esposa pudiera llegar a utilizarla. Finalmente tanto el como el capitán pirata estuvieron frente a la sala de máquinas, allí tanto el cómo su compañero entraron sigilosamente sin hacer siquiera el más mínimo sonido. Dentro de esta, apenas se podía escuchar un ligero ronquido que hacía de ambientación para el lugar.

-Esta… ¿durmiendo? –Preguntó un tanto en jaque el muchacho, al peliverde. –Te dejaré el honor de acabar con él, supongo que deben de haber pantallas en este lugar. Si la muchacha de cabellos celestes se encuentra aquí, estas deberían servir para encontrarla. –Dijo el revolucionario, quien claramente estaba imposibilitado para hacerlo con sigilo. No le ordenaba nada en ningún momento al contrario, puesto que sabía perfectamente lidiar con la gente, haciendo que los fines de ambos llegaran a cumplirse. Por lo que en vez de darle órdenes al contrario, le hacía sentir que de alguna forma lo estaba tratando como un igual. Aunque claramente, la naturaleza demoniaca de ambos solo hacía esto posible hasta que ambos fueran libres.
Finalmente, cuando todo estuvo listo el muchacho se acercó a aquellos botones y pasó sus manos sobre estos leyendo con un poco de dificultad lo que estos decían con sus dedos. Al apretar una limitada serie de botones, las celdas de todos los pabellones comenzaron a abrirse y el revolucionario se acercó a un micrófono que había sobre la mesa de cómputos.

-A todos los internos en Carceris Arcadia, este es un comunicado del ejército revolucionario. Todos ustedes que han sufrido debido a la monarquía que los tortura, es hora de tomar este lugar. Acabemos de una vez con aquellos que nos han considerados basura, busquemos nuestra libertad! Este es el día, el día en que nos levantaremos y romperemos aquellas cadenas que nos apresan… Muchos de ustedes saben que hacer, conocen las instalaciones incluso mejor que los guardias. –Musitó el revolucionario sonando en todos y cada uno de los altavoces del lugar, dando a entender a los internos que se dirigieran a la armería. –Es hora de la resurrección de la insurrección. Aquellas personas que logren escapar con vida y deseen vengarse de este sistema serán más que bienvenidas en nuestro bando, donde ustedes serán sus propios amos de sí mismos.

Tras decir aquello el joven apagó aquel micrófono, apretó un segundo botón y en los parlantes comenzó a sonar una música bastante distintiva y espero unos segundos para finalmente tomar la palabra.

-Ahora debemos ir a la oficina del custos carceris. ¿Encontraste lo que buscabas? –Preguntó tranquilamente al pirata, sabiendo que su mujer estaría en aquel momento cumpliendo las ordenes que él le había dejado al pie de la letra.

Tras haber grabado el mensaje en aquella esperé un par de días con muchas ganas de regresar para ver si alguien más había escrito, o si por el contrario no quedaba allí con vida nadie de la fiesta de máscaras. Bien podría ser así, teniendo en cuenta las torturas a las que se nos sometía. Es probable que alguien muriese a causa del proceso de dichas torturas, aunque en teoría no quisiesen matarnos hasta la ejecución. La obsesión con la idea de escapar se ha hecho lo suficientemente fuerte como para mantenerme cuerdo a pesar de los sufrimientos y el dolor infligido durante los largos ratos en la sala de tortura, más aún tras descubrir que alguien más había dejado mensaje en la mesa. Al volver al comedor, al principio no conseguí interpretar el mensaje a la primera, pero después de estudiarlo más a fondo descifré el más complejo, el que decía que se necesitaba un mapa. Si fácil fuera no habría más que memorizar todos los recorridos por los que pasamos en el camino de las celdas al comedor o a las duchas, o la sala de torturas, o a la enfermería, que es lo que conocemos. Pero evidentemente hay más recovecos y sitios de interés por descubrir que los vistos hasta ahora. Aún así voy haciendo mi mapa mental de la parte conocida, por si luego pudiera ponerla en común con el resto. Eso es precisamente lo que falta, poder contactar con ellos, aunque parece ser que les interesa que no tengamos contacto, cosa que no sucede con el resto de los presos. Por algunos comentarios de los presos que he escuchado últimamente me han llegado algunas noticias sobre los convictos nuevos, algunas de esas noticias en verdad inquietantes, cruentos asesinatos a manos de dichos presos. Mi primera reacción al respecto fue de desaprobación, pensando que así se fijarían más en ellos y estarían más vigilados de lo normal. Por otro lado los guardias debían ser idiotas por dejarse asesinar tan fácilmente, y aunque no justifico que se lo merezcan puedo llegar a entenderlo porque yo mismo he sentido esos impulsos de hacerles daño, en venganza por el recibido.

Durante los ratos de relativa calma en mi celda voy dibujando poco a poco con el dedo sobre el polvo una parte del mapa conocido, tanto por utilidad como por distraer la mente en algo. Murmuro cosas mientras voy dibujando, momento en el cual me veo interrumpido por alguien que ha debido escucharme. Me giro súbitamente, poniéndome en pie para encontrar que es Takumi el que ha hablado. Me acerco a él un poco más con gesto de extrañeza al notar algo en él, en sus ojos, aunque no estoy seguro de si sólo me lo he imaginado. Más me sorprende que lo tengan por ahí limpiando y libre, definitivamente los guardias son idiotas. Al ser la primera persona del grupo que veo no voy a perder la oportunidad de comunicarme con él, a pesar de tener nuestras diferencias como bien menciona nada más empezar, pero en este momento necesito dejar de lado los conflictos de todo tipo, ser práctico y actuar del modo que más me beneficie. - Coincido en que no es ni el momento ni el lugar para hablar de las diferencias que tengamos, ya habrá tiempo para eso. Lo único que importa ahora es escapar de aquí de una puta vez. Y si tienes un plan junto con el resto de los compañeros por supuesto que quiero participar en él, no pienso pudrirme ni morir en esta prisión. No pienso darles ese gusto. - respondo con rabia contenida, con la impaciencia propia de un animal que ha estado encerrado demasiado tiempo, deseoso de entrar en acción y materializar de una vez con lo que tantas semanas llevo soñando. Para mí la fiesta de despedida perfecta no consiste sólo en huir, sino en hacerlo a lo grande - Nos llevaremos a los revolucionarios que haya, y si podemos volar por los aires este símbolo de represión me daré por satisfecho - cierro ambos puños con fuerza alrededor de los barrotes de mi celda, bajando la voz a un susurro furioso ya que no puedo decir esto en voz muy alta por ahora.

Atiendo a las direcciones que me da para llegar a la oficina del custos carceris, donde puede que encontrásemos lo que necesitamos para huir, además según su plan las puertas se iban a abrir, por lo visto todas a la vez. Eso es lo que más me extraña, aunque supongo que lo tienen ya controlado de alguna manera y que hay más gente implicada en todo esto. Asimilo rápidamente la información de lo planeado, confirmando mi participación. - Allí estaré, haré unas cuantas visitas a algunos sitios interesantes antes de ir a la oficina... - a pesar de que parece que ya se marcha decide darme algo así como un consejo o recomendación antes de irse por el pasillo, como remarcando lo solo que estoy como revolucionario independiente. La idea de poner al mundo en su contra ya la había tenido antes, estaba claro que hay que hacer ver al propio ejército la corrupción que carcome el sistema. En lo que creo que no coincidimos es en las formas y en el modo de agruparnos, pero una vez más no tenemos ni tiempo para hablar ni sé si llegaremos a entendernos, o si somos más parecidos o diferentes el uno del otro, no hay nada claro al respecto. Lo que si que tengo claro es un cosa, algo que le hago saber antes de que se vaya. - Me alejaré de la revolución si me matan, antes jamás. - ahora más que nunca estoy más decidido a seguir en el camino, si la dejo de lado me estaré traicionando a mi mismo, algo de lo que me avergonzaría, pues esa es la peor traición, la que se comete contra uno mismo. Cuando Takumi se marcha apoyo la frente contra los barrotes, cerrando los ojos y respirando hondo antes de guardar silencio absoluto, esperando casi con desesperación la hora en que esos barrotes dejen de estar delante de mí.

El tiempo transcurre lento pero finalmente llega el momento, la puerta de la celda comienza a moverse y quedo libre para poder salir de allí. Recordando las indicaciones corro en la dirección en la que se supone están las cocinas, sin perder un momento. Al llegar a éstas agarro la primera bolsa que encuentro para empezar a llenarla con cosas que puedan servir, no lo pienso demasiado pero meto cosas que puedan ser de utilidad, como cuchillos de cocina, cerillas o mecheros. Casi al instante se me ocurre otra idea, la enfermería, allí si que deben tener cosas interesantes. A pesar de haber sido llevado allí cuando estaba herido recuerdo el camino, por la cantidad de veces que nos han llevado. Corro ahora en esa dirección, escuchando mientras por megafonía el anuncio de Takumi, he de darme prisa porque en breves tendremos a los guardias encima. Alcanzo la enfermería, que por suerte está vacía en este momento al no estar curando a nadie. Allí me dedico a buscar en los armarios y en los estantes, repitiendo la operación de las cocinas, echar en la bolsa todo aquello que crea que se puede usar. Entre los mecheros que llevo y un par de pequeñas botellas de oxígeno que encuentro se me ocurre al menos una cosa, así que las robo también. Además cojo utensilios de operación, como algún que otro bisturí, y ya que estamos drogas como somníferos o tranquilizantes. Sonrío de lado al encontrar un componente interesante, la nitroglicerina que usan en caso de infartos, echando también eso. Como la bolsa ya pesa bastante y el tiempo es escaso salgo de nuevo a la carrera de la enfermería, esta vez poniendo rumbo a toda velocidad a la oficina del custos carceris.

Todas las acciones del excéntrico pirata no habían hecho más que enojar y casi enloquecer al avaricioso revolucionario que tras ver como se lo llevaban había quedado bastante preocupado sin saber cómo este se las arreglaría. Más en el momento en que logro escuchar aquella alarma tan solo pudo pensar en que el pirata la había cagado, le habían descubierto, terminaría en confinamiento solitario y perdiendo su única oportunidad para obtener el necesario mapa para escapar. Con el corazón acelerado, Greed comenzó patear los barrotes que le aprisionaban, haciendo una gran escándalo, su pie dolía a cada patada, pero la furia que tenía le ayudaba a aguantar todo aquello.  –¡Sáquenme de aquí! ¡Necesito encontrar a Bartolomeo! – Gritaba el pelinegro, era lo único que decía, repitiéndolo una y otra vez completamente furioso pareciendo que había olvidado todas sus condiciones solo por el deseo de golpear al peliverde pirata por su error.

Los guardias tardaron en llegar, más de lo que sucedería normalmente, incluso solo eran 3, cuando en el pelinegro podría jurar en enviarían mínimamente a 5 hombres pare reducirle y enviarle a sus torturas. Aquellos hombres abrieran la puerta de la celda, le tomaron mientras el pelinegro intentaba resistirse, pero una patada sobre su pierna herida lo obligo a caer, momento que los hombres aprovecharon para colocarle unas esposas con las manos sobre la espalda. Finalmente fue llevado a su habitación de tortura, los hombres explicaron que el torturado no se encontraba ahora mismo pero que ellos podrían arreglárselas para darle una lección. El pelinegro no respondió, pero esta vez era incapaz de mantenerse sereno como en otras torturas, estaba completamente consiente, luchando con sus ataduras resistiéndose a todo pudiendo solo pensar en cómo escaparse pues no tenía más tiempo que perder. Sus manos fueron liberadas de las esposas, Greed intentó resistirse lanzando un codazo al rostro de uno de los tipos  que acertó con fuerza haciendo que la nariz de este mismo comience a sangrar. Una sonrisa se dibujó en el rostro del revolucionario que estaba por realizar otro movimiento si ni fuese porque uno de aquellos hombres tenía una picana eléctrica, el contacto con ella le envió toda la descarga eléctrica a su cuerpo, sin perder la conciencia, pero termino sobre el suelo mientras intentaba retomar el aire y su ritmo cardiaco se había acelerado.

Antes de darse cuenta estaba con las muñecas aprisionadas contra una mesa, uno de los tipos sostenía una herramienta de carnicero se veía bastante afilada y no pareciera que tuviera problemas para usarlas. El revolucionario comenzó a sacudirse buscando resistirse a lo que sea que estuvieran por hacerle. Los otros tipos se le lanzaron encima para mantenerle quieto, mientras el carcelero restante a quien Greed había hecho sangrar, sostenía aquella herramienta. En un fuerte y rápido movimiento, sin un poco de duda en aquello, el dedo índice de la mano izquierda del pelinegro fue desprendido de su mano, el corte que había logrado su nuevo torturador había sido limpio a preciso a diferencias de las torturas que le habían dado antes. El dolor no le había importado mucho, pues había resistido mucho más en estos días, pero cuando la sangré comenzó a brotar alarmantemente el revolucionario no pude evitar caer en shock al ver como en otro movimiento le arrebatan el dedo medio. Intentó sacudirse con más fuerzas, completamente en vano, un movimiento más y el dedo anular se desprendió de su mano.

Comenzó a oír las risas de los tipos, parecían divertirse con las torturas, para su mala suerte aquellas burlas le sacaron del shock. El pelinegro, ahora más consiente fruncía su ceño aún que podía escuchar una voz dentro de su cabeza. –¿Vas a dejar que hagan esto?- Dijo aquella voz que retumbaba en un eco dentro de los pensamientos del joven humano. –¿A caso no eres Avaricioso?- Pudo escuchar nuevamente – Ellos te están quitando algo que es tuyo… ¿Vas a dejar que solo se burlen? ¿O vas a matarle de una vez? Escúchame Greed- La voz su cabeza fue silenciada cuando el dedo meñique de su mano fue cortado. El pelinegro soltó un grito, más por la locura y el dolor de cabeza que esta voz le generaba que por dolor de su mano perdiendo aquella sangre y aquellos dedos. Los tipos parecieron molestarse por eso, le soltaron la muñeca contraria, riéndose como si aquello fuera un juego, solo logrando enojar más al revolucionario.

Greed, ahora eufórico y completamente desquiciado, soltó una mirada asesina que sus torturadores eran incapaces de notar. Soltaron la otra mano del chico, despreocupadamente, creyendo que este estaba en una clase de shock ya que había finalmente dejado de sacudirse y resistirse a la tortura. Ese fue un grave error por parte de los guardias, la mirada de Greed analizó rápidamente la habitación, y su mirada terminó clavada en una especie de espada. No era muy larga, más bien era corta para una espada pero larga para una daga, sin embargo, su hoja demostraba un gran filo a simple vista y fue la herramienta elegida por el chico para liberarse de aquella tortura. Se lanzó sobre ella con su mano diestra que aún conserva todos sus dedos, aquella no estaba muy lejos, más bien sobre una mesa cercana junto a más objetos. Los hombres cuando le notaron tomar el sable intentaron abalanzarse sobre él, pero Greed en un hábil giro rápido cortó limpiamente la garganta de uno de ellos, éste comenzó a desangrarse mientras caí al suelo tomándose el cuello con las manos. Los otros tipos se detuvieron por unos momentos al ver a su compañero comenzar a morir de aquella forma, momento que el revolucionario aprovechó para tomar distancia en un rápido salto. Los hombres le miraron asustados, temían acercarse desarmados pero Greed no tenía tiempo para aquello. Aprovechándose de filo de su nueva herramienta corrió hacia los tipos, con un claro rostro de estar descocido mentalmente, en unos rápidos movimientos había corta los cuellos de estos también acabando con la vida de sus enemigos. Sabía que las cámaras le habían captado, aquello era un error, no se tardarían en llegar la ayuda armada para reducirle así que tenía que ser rápido. Vio una venda cerca de él, sabía que si no se vendaba la mano izquierda, la sangre que perdía por donde antes solían estar su dedos le dejarían desmayado, o en le peor de los casos, muerto desangrado.

Con su mano parcialmente arreglada, aún que aquellas vendas estaban limitando la hemorragia aún un poco de aquella sangre caía, si pudiese quitarse el collar cerraría esas heridas rápidamente para retomar sus dedos más tarde, se propuso salir de la habitación para buscar al pirata que posiblemente estaría en confinamiento solitario, pero sería un gran problema lograr moverse por la cárcel ahora mismo que había causado tal desastre. Tras estar tras la puerta, aún no habían llegado a buscarle, por alguna razón que el pelinegro desconocía las fuerzas de Arcadia este día parecían estar limitadas. Bastante desorientado, sin saber completamente e donde se encontraba, comenzó a correr entre los pasillos, buscando confinamiento solitario, aún sin darse cuenta logró dar con los bloques de celdas, no reconocía cual era, el revolucionario estaba completamente perdido. Unas voces tras de él le obligaron a voltear, eran unos guardas, cuatro tipos armadas con pistolas macanas y otras cosas. Greed ya no iba a dejarse atrapar, pero la condición de su pierna tampoco le dejaría luchar contra los cuatro a la vez y menos con la limitación que representaba ese collar. Tan solo se quedó inmóvil viéndoles, empuñando su nuevo sable mientras los tipos se le acercaban con cuidado con una sonrisa. Antes de que le llegaran, por una suerte del demonio, las puertas de aquel bloque de celdas comenzaron a abrirse, se pudo ver al desesperación en la cara de los guardias cuando todos aquellos reos salieron de sus celdas con la única cosa en mente un motín que comenzaría con la muerte de quienes les mantenían encerrados.

Se generó una gran conmoción, Greed aprovecho esto y esquivando a varias personas corría fuera del bloque de celdas, aun buscando confinamiento solitario, o en el mejor de los casos la oficina del custos carceris para conseguir  la llave de su collar. Escuchó el mensaje de takumi, este lo había logrado, al menos esta parte, no sabía si Bartolomeo había conseguido el mapa o siquiera si estaba vivo, pero ahora tenía una pequeña oportunidad para mejorar las cosas. El joven humano no tenía mucha orientación ni idea de dónde ir, pero para su suerte pudo reconocer a alguien correr por aquellos pasillos, era uno de los revolucionarios, uno que conocía y con el que había tratado aún antes de ser un revolucionario de élite. Reiv Black, el revolucionario independiente corría en la dirección contraria de la que se dirigía Greed. –¡Black!- Exclamó el joven pelinegro hacia el revolucionario independiente, buscando hacer que le note al mismo momento en que este le cruzaba corriendo por su lado. – No estoy seguro de a dónde ni como tenemos que llegar, pero parece que tu si sabes – Le comentó, corriendo tras de él, sin querer que este se detuviera o se retrasara. – Tenemos que escapar de aquí eso está seguro, déjame echarte una mano para lo que necesites – Finalizó el pelinegro sin dar más explicaciones. Si el contrario buscaba salir, obviamente necesitaría ayuda, la misma que Greed también necesitaba además de que Black parecía tener más idea de cómo moverse por aquellos lugares.

Continúo la carrera por la dirección que me había dado Takumi para llegar a la oficina del Custos Carceris, aunque en mitad del trayecto la llamada de una voz conocida me hace darme la vuelta. Eso sí, tengo cuidado de no pegarle ningún golpe a la bolsa que llevo, los materiales que van dentro podrían ser peligrosos si se tratan mal. Al girarme me encuentro con Greed, que por suerte seguía vivo, parece que la cárcel tampoco ha podido con él - ¡Eh, Greed! por aquí, sígueme!! - alzo la voz a la vez que hago un gesto con la mano en la dirección por la que tiene que seguirme, echando a correr con él por el pasillo mientras le cuento y le voy guiando al punto de encuentro con el resto. - Por aquí llegaremos a la oficina del Custos Carceris, Takumi cree que dentro pueden tener la llave maestra para quitarnos esta mierda de collares que no nos dejan hacer nada. - si eso era cierto la huida sería más sencilla, de no ser así tendremos que apañarnos con las armas que tengamos a mano o con las que robemos a los guardias.  - Después tendremos que luchar con uñas y dientes para salir de aquí. Pero podemos, tenemos que poder. - digo esto último con convicción, casi más para mi que para él, estando ya casi a punto de llegar a la puerta, apenas unos metros más y estaríamos ahí. Ahora mismo estamos todos juntos en esto, el objetivo es común y el enemigo también, así que la colaboración es necesaria. Asiento al ofrecimiento de ayuda de Greed, ya lo había visto luchar antes y es bastante bueno en la batalla, será buen aliado.

Finalmente conseguimos llegar justo frente a dicha oficina, aunque me inquieta que nadie haya llegado todavía. Miro a ambos lados con impaciencia, esperando que no hayan tenido demasiados problemas para encontrar el camino o que los guardias no hayan sido lo suficientemente rápidos y buenos para frenarlos. Me tranquilizo un poco pensando que son unos torpes que no pueden evitar ser asesinados en su propia prisión, y que por ello nuestro plan tendrá éxito. Con cuidado dejo la bolsa de materiales en el suelo, abriéndola para mostrarle a Greed lo que he conseguido. Saco los cuchillos de cocina y bisturíes, dejando que él mismos se sirva y coja algo. Por mi parte me guardo bajo la manga un pequeño bisturí y cojo un cuchillo con la otra mano. - He conseguido esto de las cocinas y la enfermería...coge lo que necesites. También hay drogas de la enfermería, un par de botellas de oxígeno, mecheros...y eso, con eso ten cuidado porque podemos volar por los aires si hacemos el idiota. - le doy uno de los pequeños frascos de nitroglicerina a Greed, con sumo cuidado para que no se de ningún golpe brusco. Por mi parte cojo un par de mecheros y otros dos frascos de eso, entornando los ojos al tener una idea, algo que nos sirva para ganar tiempo y disminuir el número de guardias que puedan venir. - Ahora vengo, espera aquí a los demás. - me alejo de la oficina a paso rápido, aprovechando el caos general para llegar sin demasiada dificultada hasta el extremo del pabellón de las habitaciones de los guardias, la puerta más alejada de la oficina del custos carceris. Allí dejo en el suelo con cuidado uno de los frascos, en el marco de la puerta, abriendo y dejando que el contenido gotee. Después arranco un pequeño trozo de la tela de mi ropa para prenderle fuego con el mechero, dejándolo algo alejado del líquido que gotea para darme tiempo a escapar. Conforme siga goteando alcanzará el fuego. Echo a correr de nuevo como alma que lleva el diablo, atravesando el pasillo para alejarme de la explosión, que no tarda en producirse a los pocos segundos. La deflagración consigue empujarme hacia delante, haciendo que ruede por el suelo, aunque por suerte sin consecuencias graves. Aún con el zumbido en los oídos llego al otro extremo del pabellón, el más cercano a la oficina. Repito la operación, esta vez corriendo hasta doblar la esquina, protegiéndome tras la pared hasta que escucho la explosión. Al asomarme puedo ver esa puerta bloqueada por los escombros, ardiendo al igual que debe estar haciéndolo la otra. - Que se jodan ahora encerrados en su propia cárcel. - murmuro para mi mismo mirando las llamas, aunque sé que no debo detenerme demasiado porque en breves llegarán muchos más guardias a pesar de haber bloqueado esa zona.

Cruzaba los pasillos de la prisión con calma, manteniendo las manos detrás de la cabeza y esa expresión un tanto despreocupada en su semblante sin perder siquiera por un momento tal delicada sonrisa infantil que se podía notar en su rostro. Se había logrado infiltrar sin demasiado esfuerzo a la prisión de arcadia, suplantando a una de las guardias que era más o menos parecida físicamente a la muchachita con tendencias psicópatas. Mantenía el paso tranquilo, asertivo, en combinación con esa mirada que denotaba inocencia al menos hasta que alguien la enojase y así surgiera a flote dicha personalidad completamente subversiva, fría, desbordante que la hacía cometer las peores atrocidades por simple capricho.

Silbaba por lo bajo, subiendo escaleras necesarias u obligadas para así poder llegar hasta su tan preciado destino, el cual era primeramente localizar a su líder en las cuantiosas celdas en la sección que era únicamente de los hombres. Allí iba ella, ignorando por completo a los demás, incluso para apurar el paso iba dando pequeños saltitos, tarareando una antigua canción que le había enseñado alguien especial de su pasado. Claramente estaba allí únicamente para acudir al llamado o rescate de su líder, le debía demasiado, él había sido quien la había sacado de numerosos problemas y obviamente le era completamente fiel…aunque por dentro ardiese en celos por aquella bastarda que le acompañaba. A los ojos de Lilith, esa mujer le había robado la atención completa de Takumi.

-De seguro se debe haber aburrido mucho por aquí, privado de la libertad- Susurró por lo bajo, observando de reojo con algo de indiferencia a los demás guardias que supuestamente estaban para patrullar los pasillos, pero la gran mayoría se entretenía charlando. Pocos metros ya la separaban de la zona a donde deseaba llegar, sonriente y expectante por la pelea que podría darse seguramente al momento de escapar, claramente, para la joven maga aquello era toda una aventura que no significaba demasiado en su vida o costumbre cotidianas. Siempre mantuvo ese andar tranquilo, algo asertivo pero delicado tan propio de dicha damita cuya mente estaba realmente en la misma oscuridad por momentos.

Despues de ese incidente donde Isela había dado la cara por ella, Meme habia reaccionado cuando vio a la chica irse, dandose cuenta que no le habia entregado aquella pulsera.
Sin mas se puso de pie y apresuro el paso lo mas que pudo, pero le dolia el cuerpo, aquella patada que había dado, aunque no había sido con toda su fuerza, porque no la poseía en ese momento y porque estaba demasiado lastimada como para lograrlo, la había agotado. Suspiro sin decir nada mas que mover los labios en un mudo “gracias de nuevo” que ni ella pudo oir. Era como si su voz se hubiese apagado dentro de ella.

Tenía que bañarse…su uniforme claramente estaba manchado de sangre y esta ya se había secado, dejando sus marcas oscuras en la tela. Se dirigió hacia las duchas, después de haber pasado por la enfermería y tomar bastantes vendas nuevas, se ajustó la pulsera a la muñeca para evitar que alguien pudiera robarla y con sumo cuidado, se desprendió las vendas del cuerpo, las cuales eran rojas en gran parte y otras estaban integras en s blancura.
Despues de eso, se miro al gran espejo que había en las duchas, el cual estaba protegido por una especie de cristal reforzado para evitar que se rompiera y los presos le usaran como arma.
Su cuerpo estaba ya en su 60% con piel, pero aun había partes de este que estaban aun con la formación de esta, al menos el rostro, el pecho, las piernas uno de sus brazos, estaban cubiertos por su piel. Era algo realmente traumatizante, ver su propia figura en ese estado, pero ella lo veía mas como un progreso que como algo grotesco. Suspiro y se metio a duchar.

Cuando el agua caía sobre las partes de su cuerpo que apenas empezaban a curarse o que llevaban un progreso leve, sintió dolor, pero lavo con cuidado para no lastimarse tanto.
Enjabono su cuerpo y sus azules cabellos, para cuando termino, tomar un uniforme limpio, ropa interior, solo unas bragas blancas y después de ponérselas, empezar a vendar su cuerpo en las partes que aun tenían la carne viva y donde la piel aun no se formaba.
Despues de ello se dirijio a su celda donde se recostó.

— tengo que salir de aquí…no pudo quedarme mas— empezó a decir, aquel lugar si bien habia roto algo en ella, no le habia matado las ganas de ser libre —debo salir….tengo un botin que recoger! Debo…debo encontrar a Bartotan y repartirlo…hacer una gran fiesta, donde tomaremos y comeremos como si no hubiera un mañana! Y tal vez deba invitar a isetan, podría horneale algún postre…tal vez deba aprender a cocinar mas cosas aparte de la comida marina…tener una cita con abaddon—
Cuando dijo el nombre de aquel angel se sonrojo, ciertamente las cosas esa vez no habían terminado del todo mal, pero tampoco del todo bien…no sabia exactamente como habían terminado — quiero ver sus hermosos ojos tan azules como el mar y sus mejillas sonrojadas…— susurro para si misma.

Sin pensarlo mas sus ojos volvieron a tomar ese brillo aventurero que tenían, dándose cuenta que si se dejaba caer, nadie iba a levantarla. Estaba sola, completamente sola…o eso pensaba hasta que recordó al sonrisa de isela, su pequeño barco, a Bartolomeo y sobre todo, Abaddon.
—No me dejare caer…— se sento en su celda en ese momento y fue cuando entonces la voz de un hombre que le sono familiar le hizo voltear a la puerta de su celda, la cual se abrió al unisono junto con todas las demás. Apretó los puños y entonces recordó lo que Isetan le habia dicho por lo cual se puso de pie rápidamente y salio de su celda, aun se movia con dificultad, pues el dolor aun estaba presente debido a las partes de su cuerpo que no tenían piel alguna. Se asomo buscando con la mirada a Isela y se sostuvo de los barrotes mientras veía como, al ritmo de la música, aquella sinfonía de anarquía y motin se llevaba a cabo.

—Iseeeeeetaaaan!— grito tan fuerte como pudo —Vamos juntas!— dijo sonriendo. Sabia que no podía decirle a Isela amiga pues no la conocía, pero esa mujer se habia convertido en lo mas cercano a una amiga.

Podía correr, si, algo torpe y eso le causaría dolor y que su ropa se manchara de sangre, pero lo haría.
“la oficina del custos carceris” esas palabras resonaban por su mente. Salio de su celda y entonces empezó a buscar a isela, la desesperación que sentía era grande, las palabras del hombre que habia dado tan bello discurso motivacional la habían infundido de esas ansias de respirar el aire salino, de volver a nadar…pero sobre todo le habían recordado que tenia una vida y que su vida estaba afuera.

Cuando al fin logro ver a Isela, Alzo la mano, con una gran sonrisa, sosteniéndose de la pared para no usar fuerzas propias, en sostenerse sobre sus pies.
Ella seguiría a Isela a donde se dirigiera, después de todo, era la única persona que conocía, y mientras ella llegaba hacia donde la pirata se encontraba ella solo la esperaba con una sonrisa grande, como la de una niña que añora con ansia ir a aquel gran parque de diversiones, con la ilusión en sus ojos de ver el lugar soñado y anhelado.

El revolucionario se mantuvo tranquilo, las cuencas donde estaban sus ojos habían comenzado a doler nuevamente al igual que aquel muñón donde debería estar su brazo. Había hecho demasiado esfuerzo físico en muy poco tiempo y al parecer algunas heridas se habían abierto nuevamente. Aquello no era bueno, pero estando tan cerca de la libertad no pensaba rendirse tan solo por algo tan insignificante como aquel dolor. Aunque claramente lo que mas le preocupaba era el sentirse mareado, no deseaba bajo ningún concepto desmayarse antes de escapar y sabía que en cuanto se quitara aquel collar todo sería un caos.

En aquel momento Bartolomeo le acercó lo que parecía ser una cesta repleta de armas, lo supo en cuanto se pincho el dedo al intentar tocarlas. Realmente no le servían de mucho al estar completamente ciego, pero aún así tomó lo que parecía ser un cinturón repleto de cuchillos y dagas, ademas de una espada larga y fina. Tras esto volvió a ponerse de pie y revisó su plan, si todo salía bien pronto estarían afuera y libres de aquellos muros de opresión.

-Oficina del custos carceris, no estoy seguro de donde se encuentra... Pero si los rumores de los otros presos son ciertos allí tendremos una oportunidad de conseguir la llave que nos quitará los collares. De todas formas debemos tener cuidado, no sabemos como intentarán reprimir este motín... Pero hay seis pisos mas sobre este. De todas formas, voy detrás de ti. -Musitó Astaroth al peliverde con aquella actitud altiva que mantenía por naturaleza al ser un demonio.

En cuanto Bartolomeo comenzó a correr hacia la habitación del custos carceris, el revolucionario y duque del inframundo comenzó a seguirlo bastante de cerca. Los primeros metros fueron sencillos, sin embargo ni bien comenzaron a recorrer el pasillo de los pabellones femeninos todo pareció volverse mas turbio. El revolucionario podía escuchar con claridad los gritos de los guardias que intentaban reprimir a las mujeres que habían asaltado la armería, y ahora se enfrentaban con fuego a discreción. Rápidamente Astaroth se  puso a cubierto cerca del marco de una puerta, evitando que las balas de uno y otro bando le dieran. No podía ver donde estaba Bartolomeo, solo sabía que todo aquel ruido le despistaba demasiado y no podía saber como iba el curso de la batalla. El sonido de la balacera y la gente muriendo duró algunos instantes en los que el revolucionario se mantuvo inmóvil. De haber podido ver el pelinegro habría elevado la balanza a su favor, pero al no poder divisar objetivos decidió que lo mejor sería evitar aquello. Fue en aquel momento en que la ubicación del pirata se hizo desconocida para el, ademas de esto desconocía totalmente si los sobrevivientes de aquel enfrentamiento habían sido las guardias o las internas. Su única opción fue arriesgarse a salir, al hacerlo notó que las voces que le hablaban eran femeninas y demasiado burdas para pertenecer a alguna guardia. Lo primero que estas hicieron fue apuntarles con sus armas y exigirle que entregara sus armas aunque claramente el no estaba dispuesto a aquello.

-Por favor señoritas... Se que unas mujeres tan hermosas como ustedes han de ser, no serían capaces de quitarle sus armas a otro interno que desea escapar. -Musitó el revolucionario con aquellas palabras que sabían endulzar la mente y aquel tono de voz amigable y protector.

En primer lugar las muchachas le miraron un poco incrédulas, pero finalmente reconocieron en aquella voz un tanto firme al hombre del altavoz que había abierto sus celdas. Por lo que bastante animadas decidieron no arrebatarle sus armas para pagar el favor de liberarlas. Aunque en realidad el no había hecho todo el trabajo y solo las había liberado por que aquello le era útil, pues siendo sincero a el le daba igual si aquellos seres se pudrían en la prisión. Aún así el revolucionario se mostró ante estas con una actitud para nada hostil y debido a que había perdido a su compañero preguntó si alguna de ellas podría marcarle el camino hacia la habitación del custos carceris. Estas accedieron y le dijeron que corriera derecho por el pasillo, que ellas le cubrirían la espalda y así estarían a mano. De esta manera el revolucionario no tardó demasiado en atravesar los pabellones G y H, aunque le llamó la atención el hecho de escuchar dos potentes explosiones en el camino no le tomó demasiado el atribuir aquello a cierto revolucionario conocido. Por lo que mientras aquellas mujeres a las que no podía siquiera ver entretenían a los guardias, el llegó por fin a la habitación del custos carceris. Antes de entrar al lugar reconoció una voz bastante familiar de cierto avaricioso revolucionario de elite.

-Al parecer Black pudo encontrarte, acompañame... ¿El murió? Da igual, debemos encontrar una llave para quitarnos estos collares y necesito un par de ojos... -Musitó el revolucionario mientras abría la puerta de la misma y se adentraba en la habitación.

El encuentro con Black le había dado al joven revolucionario una razón para seguir adelante, pues este sabía dónde dirigirse y tenía órdenes de Takumi, Greed sonriente le siguió el paso, escuchándole su explicación hasta que llegaron frente a las puertas cerradas de aquella oficina. –En cuanto nos quitemos los collares salir de aquí será pan comido, el personal parece estar reducido y los reos fuera de sus celdas les mantiene distraídos- Contestó Greed mientras se detenía frente a aquella puerta. Guardó silencio escuchando todas las palabras de Black, este era quien sabía el plan, miró aquella bolsa, hubiera deseado tomar algo pero tenía sola una de sus manos disponibles y la ocupaba con aquella herramienta cortante que hasta ahora le había dado un buen uso. –Creo que con esto bastará, de todas formas supongo que sabrás darle un mejor uso a todo lo demás- Greed tomó los frascos de nitroglicerina y con cuidado los guardó en un bolsillo pensando que después podría necesitarles. Vio al revolucionario independiente alejarse, con algún plan, seguro haría explotar algunos lugares claves mientras que Greed por su parte se concentraba en buscar la forma de abrir la puerta del Custos Carceris. –Bien, en cuanto encuentre esa llave podré quitarme el collar y finalmente será mucho más fácil escaparnos de Arcadia – Se susurró para el mismo siendo finalmente interrumpido por la primera de aquellas explosiones que rápidamente asocio a Black. Sonrió por unos momentos mirando hacia ambos costados notando que la gente comenzaba a generar un gran escándalo por las explosiones aún que seguro los reos tenían a los guardias bastante ocupados como para venir a por ellos.

Momentos después, Greed oyó la segunda explosión, asegurándose a sí mismo que todo estaba marchando bien, finalmente logró ver a Takumi llegando hacia él, pero no pudo evitar sorprenderse al ver su condición, las vendas en los ojos y la falta de su brazo izquierdo demostraban que había sido sometido a grandes torturas. – Un gusto verle Takumi- Susurró Greed para hacerle notar su presencia al Líder revolucionario. Éste pareció reconocerle sin muchas complicaciones, el avaricioso revolucionario se cargó aquella herramienta con la que se las había arreglado bien al hombro y escuchó las palabras de Takumi siguiéndole el paso cuando este abría la puerta. –Me eh encontrado con él, me indico donde estaba la oficina, yo no tenía ni idea, supongo que aún está vivo, él fue quien se hizo cargo de las explosiones y me dejó algunos frascos para que pueda hacer “boom” cuando lo necesite – Comenzó a decir Greed, poniendo a Takumi al tanto de su situación – Creí que debería haber alguna clase de guardia en este lugar, pero parece estar deshabitado- Comentó Greed al adentrarse en aquella oficina silenciosa donde no había ni un alma. – Puedo ser tus ojos, pero me falta una mano, no estoy en todo mi rendimiento, de todas formas noto que a ti tampoco te sobran para prestarme –Comentó irónicamente el joven avaricioso, con una sonrisa en el rostro mientras tomaba la delantera observando con cuidado aquella oficina – Muy bien, no hay forma en que encuentre esa llave si no damos vuelta este lugar, tenía confianza en que el Custos Carceris fuera carente de sesos y que nos dejara la llave a la vista, pero me está decepcionando – Dijo Greed, bromeando un poco pues ya estaba más animado. Se acercó al escritorio, clavó la espada a la madera de ésta para tener su mano libre y comenzó a revisar el escritorio, revolviendo papeles, carpetas y algunas cajas que allí estaban en busca de la llave usando solo su mano hábil –No parece estar por aquí, te diría que le des un vistazo por otro lado a la oficina pero sería estúpido- refunfuño el revolucionario quejándose mientras comenzaba a abrir los cajones del escritorio -Vamos, tiene que estar en algún lado, no podemos perder tanto tiempo- Decía Greed mientras lanzaba los cajones directamente fuera del escritorio en su búsqueda de la llave.

Reconoció fácilmente aquella voz que resonaba por los altoparlantes, y ese discurso la hizo sonreír mínimamente, quizás como si en ese momento recordase en parte ante quien estaba, nada más ni nada menos que el mayor opositor al Lord, un hombre que había sacrificado absolutamente todo por este momento. Su espíritu sin doblegarse ante las adversidades era ciertamente contagioso, pero sobre todo le dejaba en claro a la hibrida que todavía tenía mucho camino que recorrer para siquiera llegar a parecerse al menos en fortaleza a él. ¿Lo admiraba?, seguramente, no comprendía en parte como él estaba intacto a nivel emocional tras todo eso, en comparación con ella que más de una vez había terminado quebrándose en llanto.

Espero pacientemente entonces hasta que por fin la “jaula” se abriese y sin demasiada paciencia se echó a correr en busca de la pirata como le había prometido, Isela jamás faltaba a su palabra, dijo que iría por ella y no fallaría, más que pensar en su propia libertad no dudó en lanzarse a buscarla hasta que finalmente dio con ella. Los ojos aun rojizos de la hibrida se posaron automáticamente sobre la contraria a medida que iba aproximándose sin siquiera aminorar esa pequeña carrera. Sonrió apenas, manteniendo la mirada entornada y esa expresión un tanto furtiva que la caracterizaba en momentos decisivos como ese, apenas optó por tomarla de la mano para guiarla los primeros tramos del recorrido. –Te noto un poco desganada, ¿no?, ¿te sientes mal todavía?. Quédate detrás y no hagas esfuerzos, primero debemos intentar llegar a la oficina del custos carceris que no está demasiado lejos de aquí- Sentencio la hibrida, volviendo a tomar la delantera en lo que esquivaba tanto a otras presas como a algún que otro guardia también. De tanto en tanto, observaba hacia atrás para ver si la pirata podía seguirle el paso, a fin de cuentas no iba a dejarla atrás, ni ahora ni nunca.

No era precisamente el lugar más fácil para estar, entre algunas que otras balaceras cruzadas y el sonido de esas dos fuertes explosiones podía respirarse suma tensión en el ambiente, pero al menos por fuera la revolucionaria de élite intentaba mantenerse calmada, analítica al ciento por ciento ya que lo que menos quería era errar. –Quédate cerca de la pared, Memeran- Musitó en una clara orden segundos antes de que fuera interceptada por una de las guardias de dicha prisión.

En el intento de reprimirla fue cuando los instintos más subversivos de la ex vicelamirante surgieron a flote, puesto que no dudó un solo segundo en tomarla del cabello para azotarle el rostro contra la pared una y otra vez con tal fuerza que desconocía que podía poseer en el momento, quizás porque tras días de haber sufrido abusos por parte de ellas ahora solo estaba descargándose en una clara acción vengativa. La sangre brotaba del rostro ajeno, pero Isela solo podía sonreír con una malicia casi impropia de lo que normalmente era, claramente se llevó también unos golpes en respuesta defensiva de la contraria, pero nada que pudiera diezmar la agilidad o rapidez con la que podía actuar aquella señorita que había recibido en un pasado un estricto entrenamiento militar.

Finalmente, la revolucionaria terminó arrebatándole el arma de fuego, una pistola con un potente calibre de la cual tenía conocimiento. De una patada en la rodilla izquierda de la guardia ocasiono quebrar la zona para así ponerla de rodillas y colocarle el caño del arma dentro de la boca sin dejar de sujetarle con fuerza el cabello. –Anda, ríete ahora. Te lo dije siempre, si me vas a tumbar procura que nunca vuelva a levantarme- Sentencio en un susurró de voz bastante filoso, burlón e incluso esbozando una sonrisa de pura satisfacción cuando jaló del gatillo para volarle los sesos.

Se volteó apenas, otorgándole el arma a la peliceleste, previamente asegurandose de cuantas balas quedaban a disposicion para ser usadas. Sin ninguna emoción en particular volvió a observarla, asegurándose quizás a la vista de que ella estuviese bien y pudiera seguir caminando. –Dispárale a todo lo que se mueva, pero cuidado, procura no darme a mí- Bromeaba incluso en un momento así antes de que ambas emprendieran la carrera nuevamente hacia la oficina del custos carceris, la cual siempre podía observar cuando la llevaban hasta la sala de torturas.

Unos minutos llevó el arribo hasta dicha oficina cuya puerta estaba abierta, por lo que Isela por momentos no supo si adentrarse directamente al desconocer con quienes se iba encontrar, finalmente, presionada por la situación en si decidió apostar el todo por el todo…Grande fue su sorpresa cuando ahí dentro se topó tanto con Takumi como con Greed, inevitablemente sintió ese gran deseo por lanzarse sobre él, por abrazarlo y darle cariño, pero comprendía a la perfección que tampoco era el momento para eso. -Siento la demora, está complicado atravesar los pasillos con tanto revuelo...- Informó con un tono de voz algo agitado por todo el esfuerzo físico, adentrándose un poco más en la oficina con la idea de aquellas llaves que había mencionado Takumi, las cuales se encontraban en algún lado de ese cuarto y aunque el tiempo era escaso, debían ser lo más precisos.

Directamente se dirigió hacia el escritorio del Custos Carceris, junto a Greed, abriendo así uno de los cajones inferiores para comenzar a revolver absolutamente todo en busca de llaves, sus manos delicadas eran rápidas y toda la atención estaba enfocada en el contenido de dicho apartado. Una vez desechado lo dejó caer a un costado para así repetir el mismo proceso con otro que se encontraba más abajo. –Que le den…nada por aquí- Susurró, completamente sumida en su tarea para así bajarse de un salto desde el escritorio y abrir uno de los armarios cercanos que contenían más cajones todavía a la espera de ser abiertos para examinarlos exhaustivamente.

Miro a Isela, la cual le tomo de la mano, Memeran sonrió de forma dulce, pero ella empezó la carrera, ese agarre fue lo suficientemente fuerte y sumado con al carrera, para lastimar el brazo de meme, el cual aún no tenía mucho de la piel regenerado, por lo que el tirón que podía ser suave para cualquiera, para ella fue como sentir que el brazo se le desprendía, se calló la boca y no dijo nada, pero obviamente el brazo le empezaba a sangrar y le ardía.

Después de ver aquella escena simplemente se quedó callada…su ángel también era un demonio sediento de venganza, pero no dijo nada. Tomo el arma como ella le dijo y sonrió ante su broma, pero sin decir nada…no quería gastar fuerzas siquiera en hablar, sentía que si lo hacía, podía cansarse. Su estado físico-mental estaba algo débil aun, tres semanas seguidas de torturas, sin dormir, comiendo por una sonda, desnuda, sufriendo cuanta cosa se les ocurría a su torturadores…y a eso sumándole la mutilación que sufrió, la extirpación del 95% de su piel y el dolor que eso le causo, aun hacían estragos en ella, pero podía moverse y sonreir, se sentía mas aminada y podía correr, con algo de trabajos pero podía.

Llegaron entonces, a pesar de todo, a la zona del custodios carceris. Miro como todos empezaban a revolver cajones y revolver todo. No entendia bien que buscaban. Fue entonces cuando su miraba se poso en aquel hombre de negros cabellos pero se altero enormemente cuando no vio a Bartolomeo con ellos.

—Do-donde esta bartolomeo?— pregunto de repente mientras miraba a todos lados en la oficina, y se salio de la oficina a mirar por el pasillo. A lo lejos vio una silueta que se acercaba corriendo, pero no supo bien quien era, su vista estaba algo cansada, estaba agotada físicamente. Volvio a mirar adentro y entonces recordó que algunos presos decían que la llave de los collares estaba resguardada en la oficina en la que estaban.

—Alguien biene corriendo por el pasillo….yo solo conozco a bartolomeo y recién a Isetan….— miro al pelinegro y se le acerco de forma pausada —Supongo que tu eres Takumi….— miro de reojo a Isela que seguía revolviendo cajones, si le preguntaba aquello frente a ella, seguro isela se pondría peor que con la guardia, por lo que solo le jalo un poco las ropas a takumi —Tengo algo que decirte….—

Meme se paró en sus propias puntas, sosteniéndose de los hombros de Takumi, ahi fue donde se dio cuenta de lo desmejorada que estaba, sus 50 kilos de peso ahora eran cerca de 40 o 30 y algo. Se aferro fuerte de takumi, tan fuerte como pudo, pero aun así su agarre era débil, para pegar sus labios a su oído, aprovechando que isela estaba ocupada.
—Asesine a un guardia…tenia ojos verdes…lastimo a isetan y no pude soportarlo…— la voz le temblaba, se notaba que hacia un esfuerzo sobrehumano por hablar tan aprisa como podia para que isela nos e diera cuenta y a la vez de la forma mas clara que podia para que el pelinegro le entendiera —El tenia….una pulsera rara en su mano….en ella tenía dos orbes color plata…se la quite, supongo que…son tuyos….toma….—

Se separo de el y tomo su mano, sacándose la pulsera, acomodándose de modo que su espalda cubria aquel acto, por si Isela se giraba, no viera lo que el daba. Puso la pulsera en la mano de takumi —están en una especie de campo mágico…eso ha mantenido vivos los tejidos todo este tiempo….—
Despues de decir eso se separo de él para ayudar a buscar. Miraba todo el lugar. Una llave de ese calibre en cuanto a valor, no podía estar a la vista…tampoco en un simple cajón, fue entonces cuando al ver los cajones que tiraban al suelo, tuvo una idea. Era una pirata, sabia como ocultar cosas valiosas.
Sin decir nada, se acerco, tomándose de la pared, a rejuntar los cajones, para en un ataque de locura y desesperación a simple vista, empezar a destrozarlos contra la pared, usando las fuerzas que el quedaban.
Un cajón, tras otro, tras otro, debido a ello, sus brazos empezaron a sangrar, llenando de sangre las mangas de aquel traje naranja que le habían proporcionado como uniforme.
Cuando los cajones que ellos tiraron se acabaron, fue y saco mas, y otro, y otro, no revisaba ninguno, solo lo lanzaba contra la pared o el suelo.

Su respiración era ajitada, estaba algo cansada, sus manos goteaban sangre, que caia al piso mientras ella respiraba ajitadamente. —donde….donde?— Memeran susurro, parecía que había perdido el juicio, pero entonces vio un escritorio, de fina madera, ella sabia de eso, era tallado a mano del fragmento de un tronco por artesanos de chaos, lo podía reconocer por el tipo de grabados que tenia.
Se acerco a aquel lugar sin decir nada y entonces empazo a sacar los cajones, estos no se romperían con estrellarse contra el suelo. Eran cuatro, de grosor mediano, sonrio de forma victoriosa.

—Un pirate nunca esconde su Tesoro donde cualquiera pueda…..pueda encontrarlo— decía algo cansada por aquel esfuerzo — pero a la vez...en un lugar visible…pero oculto para…para todos— Saco el cajón y lo puso sobre el escritorio, sus fuerzas podían no ser suficientes para destrozar ese hermoso mueble, pero si para los cajones….aunque eso significaría lastimarse mas. —“ ….debo encontrar…. esa maldita llave”— pensó mientras respiraba y rompia con sus dos manos el primer cajón, este se partio en varios pedazos, y el dolor que sintió fue demasiado, pero lanzo los trozos y puso el otro, y el otro….Pero nada, sus manos estaban sangrando mas de lo normal, tenia astillas de madera por los brazos, sus vendas colgaban, mostrando partes de sus músculos al rojo vivo, sangrantes, dejando ver la carencia de epidermis y dermis en ellos.

Tomo el ultimo cajón y repitió la acción, el escritorio estaba manchado de sangre y entonces lo sintió, al romperlo, sintió el doble fondo y sonrio, para entonces empezar a buscar entre las astillas y dar con la cajita que tenia el logo de la prisión…. —la encontré…..—
Dicho esto tomo la caja, la mano le temblaba y estaba sangrante, pero aun asi, con un esfuerzo, elevo aquella caja, mientras goteaba sangre con mas frecuencia. Estaba anémica y sabia que asi recuperara su condición curativa...estaria a mucho a un 70% para al lucha.
Su vista empezó a nublarse, la perdida de sangre le estaba afectando, además de que había dejado de comer debido al dolor que esto le ocasionaba los primeros días de aquel castigo.

Sus rodillas flaquearon y cayo sobre estas, al hacerlo su cabeza choco contra el escritorio, revotando hacia atrás, callendo sobre el suelo, sus cabellos quedaron esparcidos en el piso, mientras su respiración se volvia algo mas débil. La cajita quedo a unos centímetros de su mano que la sostenia, todo le daba vueltas y luchaba por mantenerse conciente.

—Bartotan….— llamo al pirata peliverde mientras seguía en ese estado —isetan….— dijo, para sonreir de forma débil —la encontré….verdad?— dicho esto, se desmayo, tal vez no duraría mucho inconsciente, pues una vez le quitaran el endemoniado collar y su cuerpo se curara recobraría el conocimiento, aunque seguiría débil y le tomaría algunos minutos, recuperar una condición lo suficientemente fuerte para no ser una carga para nadie.