TRAMA N° 6.0 - RECONSTRUYENDO CHOCOBO - [03/09/15 - 17/08/15]

Al fin, el día habia llegado. Sabia de boca de algunas personas en las mas altas esferas del poder que iba a iniciarse de una buena vez el trabajo de reconstrucción de Valle Chocobo, otrora una tierra hermosa en Tempus que fue casi barrida del mapa por un ataque de los revolucionarios, tal vez provocado, tal vez no. Un año habia pasado de eso, según tengo constancia, y tales noticias causaron un gran revuelo entre los habitantes de Chaos, pues eso demostraba como la santidad de la vida no era respetada por los rebeldes en esta guerra, si es que eran capaces de realizar un ataque a traición de esa clase contra personas que no tenían absolutamente nada que ver en este asunto.

El día habia llegado y yo estaba preparándome para poder ir a mostrar al mundo que Chaos no es tan solo un grupo de matones incivilizados que solo saben pelear. Era cosa de mostrarles que nosotros tenemos orgullo, tenemos códigos y tenemos compasión. Debemos dar el mensaje, pues, de que las cosas en Chaos quieren mejorar, y nada mejor para mostrarlo que si el mismo Ministro va en ayuda directamente y sin poner pegas algunas en lo que debe hacerse. Muchos dirán que es propaganda política, pero muy dentro mio sabia que yo iba porque quería ayudar sin que hubiera razón de por medio.

Mi sangre me lo decía. Mi honor me hacia realizar tal cosa.

Una vez listo, vestido con ropas utilitarias que mucho distaban de esos trajes ajustados oficiales que tenia que usar en mi oficina, salí de mis habitaciones y me encontré de cara con una chica joven, una de las caballeros que habían sido armadas en los últimos tiempos y, si mi memoria no me fallaba, llamada Alisa Amiella. Una buena chica con una buena cabeza sobre sus hombros, un tanto rígida tal vez y muy formal, pero eso siempre puede solucionarse con el tiempo y las palabras adecuadas.

-Al lugar, Alisa. No hace falta que me trates con tanta formalidad. Todos saben que veo a mis hombres como si fueran parte de mi familia, así que no me molesta si me dices Azazel.-Remarqué con tono calmado y una gran sonrisa en mis labios, moviendo un dedo de mi mano hábil como si estuviera diciendo "tsk, tsk, tsk"-Pero al menos puedo ver que te gusta hacer bien tu trabajo. Buena chica, buena chica. En fin, vamos al dirigible, así no haremos que nos esperen demasiado tiempo.

Muchos creen que, por el modo en que controlo las cosas, me gusta que se piense que siempre estoy unos cuantos pasos por delante de toda situación. Por lo general, no estarían muy desencaminados al pensar en eso, pero mas que nada hago todo este trabajo previo porque me conozco lo suficientemente bien y se que puedo ser algo perezoso. Siempre he requerido de la ayuda de asistentes si es que quiero que las cosas se hagan bien, pero es difícil hoy en día encontrar a alguien que no sea un militar de carrera que tenga una erección ante la mas mínima señal de guerra en el horizonte. Ya estamos en una nueva era, así que encuentro detestable que busquen mantener los viejos valores como si siempre fueran de utilidad.

El dirigible en el que iba a viajar, por cierto, estaba ya en funcionamiento y a la espera de que lo abordásemos, con la guardia de honor de siempre que me acompaña en cada viaje de estado cuando tengo que ir a otros lugares, aun cuando realmente yo no necesito una guardia de honor porque puedo barrer el piso con ellos. De hecho, parte de los exámenes de entrada consisten en una pelea conmigo, para ver como se las aguantan. La cosa es que solo tienen que aguantar un tiempo, y lo bueno es que este sistema hasta ahora ha funcionado bien y ha demostrado que las tropas tienen un buen entrenamiento si pueden hacer tales cosas.

De todas maneras, lo importante era otra cosa, y es que mi acompañante y -Por lo que parecia ser- mi guardaespaldas habia terminado de hacer el chequeo rutinario de que todo estuviera en orden, lo cual me hizo hacer a un lado todo pensamiento previo a oírle hablar.

-Buen trabajo, querida Alisa. Veo que todo está en orden, como debería ser... pero será difícil poder ayudar a las personas cuando ellas sentirán recelo por cualquier hueste armada que aparezca en sus hogares.-Tristemente, consideraba verdaderas tales palabras, aun cuando yo quería realmente hacerles olvidar por un momento los sufrimientos y vejaciones que les han tocado soportar por culpa de una guerra extendida por todos los reinos de este mundo-Cuando lleguemos, quiero que reúnas a todos los que son de Chaos y se encuentren en el lugar, para que se presenten ante mí y puedan recibir instrucciones mas detalladas.

Quedaba, para mi, mientras mi joven acompañante realizaba tal tarea desinteresada, el trabajo de lidiar con la burocracia previa a los inicios de los esfuerzos de reconstrucción en una tierra que no era la mía, que por derecho propio no tenia que formar parte de mis obligaciones como político, mas que si lo era por parte de mis obligaciones morales. Ademas, pese a la marcada y ya conocida enemistad que hay entre la terca ministra de Tempus y yo, no podía evitar sentir algo de simpatía por ella y querer darle aunque sea una pequeña mano a la hora de trabajar.

Triste que no nos podamos llevar bien o, en su defecto, que ella no pueda tratarme con el debido respeto que yo le estoy otorgando por cortesía, pues no parecía que ella fuera una mala persona. Tan solo... algo especiesista, al considerar que por ser un demonio yo debería ser su enemigo. Es su modo despectivo al referirse a mi como "demonio" lo que me hace antagonizarla tanto, lo juro, pero nunca mas que unas palabras arteras y bien colocadas en el contexto adecuado para generar unas risas a su costa. En lo personal, y mas allá de mi humor retorcido, no puedo evitar sentir admiración por alguien que tiene su corazón donde debe cuando se trata de la gente.

Solo espero, al final, que ella sea capaz de hacer lo mismo si sucediera algo similar en Chaos.

De todas maneras, la visión del valle Chocobo acercándose por la ventana del dirigible en el que viajaba indicaba ya que quedaba poco tiempo antes de que descendiéramos y diera inicio a la misión que le otorgué a mi "asistente" y a mis adorables tropas, todos encargados de ofrecer ayuda desinteresada y protección a los que necesitaban de tal cosa. "Nuestro deber está para con el pueblo, y a ellos nos entregamos como sus humildes servidores", verdaderamente. Lastima que esa no era una lección que muchos políticos han aprendido.

Ademas, ¿quien dice que no me encontraré con Giss en ese lugar? La conozco bien, y se que ella no podrá resistir el impulso de su sangre Gremory para ayudar a los que lo necesitan.

-Caballeros, hemos llegado.-Fueron mis únicas palabras cuando estábamos sobrevolando Chocobo, clara señal de que debían iniciarse los procedimientos para el descenso y posterior desembarco-Tienen sus ordenes, y se espera que las cumplan con eficiencia y prontitud. No se tolerará comportamiento repudiable alguno, sea de la clase que sea, como bien saben. Mas allá de eso, me siento orgulloso de que lo mejor de Chaos haya venido con un humilde servidor como lo soy yo, y les extiendo mis mas sinceros agradecimientos.

Queda para cuando bajemos, pues, encontrar a Christa, la que me detesta por ser un demonio y presentarle mi mas formal saludo y mi ayuda en este asunto tan triste.

Se decidieron por volar sobre las montañas, siendo Jhon quien iniciara la transformación en dragón. Derek se quedó alucinado, pero le pareció admirable, ya que él no era más que un maguito blanco, nada impresionante en comparación a una bestia que podía rugir con tanta fuerza que le obligó a taparse los oídos. No se lo pensó dos veces y se subió lo más rápido que pudo al dragón, teniendo en cuenta que era un poquito torpe, Reila subió después pero llegó antes al lomo. Aún así, tampoco fue para tanto: Derek enganchó las maletas a uno de los pinchos dorsales de la bestia y se sujetó del mismo con las dos manos para que no se salieran.

El viaje no fue muy largo, por no decir que duró escasos minutos y entonces se vio bajando de nuevo con todo el equipo tranquilamente. Le agradeció al dragón por el agradable paseíto y luego, se dedicó a observar toda esa destrucción. Sin duda debía haber gente en muy malas condiciones, vaya que si tenía trabajo... Reila había dado en el clavo. Él sabía que tendría cosas por hacer, pero pensaba que era un pueblecito, no una gran ciudad con cientos de personas. Desconocía la personalidad del chico, pero le pareció muy mal por su parte, demasiado infantil e inmaduro para su posición, que tratara tan mal a un infante. Reila, como su novia, consiguió relajarle sin apenas esfuerzo.

-Yo me encargaré de él.- Respondió, situándose a un lado de Jhon. -Cálmate hombre, no ha sido nada.

Derek pasó el pulgar de la mano derecha sobre la herida ajena, haciéndola desaparecer al instante. Como había sido un cortecito mínimo, no gastó nada de energía, así que se lo podía permitir sin ningún problema. Luego, para relajar al semi-dragón, posó la palma de la misma mano sobre su pecho con un brillo blanco. Le transmitió algo de luz que le tranquilizaría de manera inexplicable. Así como Derek podía hacer desaparecer la fatiga y camuflar el cansancio, podía relajar el espíritu de cualquiera. El tiempo dependía de la fuerza interna de cada uno, pero al menos sabía que durante unos minutos, él se sentiría bien.

-Será un placer tenerles de ayudantes.

Al Caduceus le encantaban los niños y se mostró encantado a la hora de llevarse a ambos niños al puesto del ejército de Chaos. Se acercó hasta Reila y le dio las gracias por tratarles así de bien, para luego sonreírle a los niños, esperando que ellos quisieran acompañarle. Se pasó ambas maletas a una mano, para poder ofrecerles la libre. Se despidió en parte de sus compañeros, ya que suponía que ellos tendrían otro trabajo distinto, para empezar a dar un paseo calmado. A pesar de trabajar para el ejército de Chaos, no sabía el nombre de ningún guerrero, ya que apenas tenía trato con ellos. Si no iban a sus revisiones o a curarse tras un entrenamiento o batalla, no hablaban nunca. Cuando llegaron, se sentó sobre una caja y dejó a ambos pequeños sobre sus rodillas, como si fuera su padre.

-Os voy a enseñar a curar heriditas ¿Vale? Vais a ser buenos doctores.

Les introdujo al mundo de la medicina con un tutorial muy pequeño. Tampoco podía tirarse mucho rato para explicarles, porque en ese tiempo habían personas que necesitaban la ayuda de un profesional, pero como los niños estaban poniendo ganas, no tardaría mucho. Les repitió los pasos lentamente, de manera divertida y contando. Lo asimilaron fácilmente a la hora de ponerlo en práctica, así que les asignó a otros niños con cortecitos y raspones, además de adultos para que se encargaran de lo más leve mientras él atendía las fracturas y hemorragias.

El íncubo se quedó sin aire cuando el edificio empezó a derrumbarse y lo único que salió fue la mujer con sus hijos. A pesar de que Akki se estaba angustiando sobremanera, pudo sonreírles por haber salido. Karura no salía y las caídas de escombros impedían que se escucharan sus gritos de socorro, pero él no los necesitaba, sabía que estaba ahí. Asintió sin ser capaz de pronunciar palabra al comentario de Atenea y se adentró en el edificio corriendo. Tan pronto como puso un pie en la entrada, con la intención de quitar lo que la estaba bloqueando, se le cayeron varios fragmentos más del suelo de las plantas superiores (teniendo en cuenta que tiene más de dos). La entrada cada vez estaba peor, pero volvió a abrirla antes de alejarse.

Ahí estaba Karura, delante de él. Corrió hasta ella, no tenía mucho tiempo antes de que pudiera taponarse una vez más. Por el momento, la salida estaba despejada, pero el resto del edificio seguía cayendo y las paredes superiores se les venían encima. Akki empujó a la elfa para que saliera: Vio su figura atravesar el único resquicio de luz que se filtraba. Él fue detrás, pero la aparición de una esfera mágica extraña y sus efectos, le impidieron el paso. Los materiales ya no caían, pero los que estaban en el suelo iban levitando formando muros y muros de escombros. Aquello era casi peor que una lluvia de rocas y metales. El íncubo intentó quitarse del medio todo lo que pudo, pero todo se había apilado en el mismo sitio.

Los montículos que se habían formado de los materiales derrumbados ahora eran paredes. No sabía quién estaba haciendo eso, pero gritó lo más fuerte que pudo para pedir que dejara de hacerlo. Por si no le oían, cosa que dudaba, intentó interferir en la magia gravitatoria con su propia energía, distorsionando el poder ajeno ligeramente, hasta colaborar en la destrucción de la esfera. Estaba decidido a dejar que el edificio se cayera sobre él, puesto que no podía salir así tampoco y le pillaría desprevenido que la magia desapareciera si él no era la causa, es decir, sin saber que eso iba a ocurrir: Ahora estaba preparado para ello. Cuando se reanudó la caída del edificio, se defendió de todo lo que pudo con los brazos, rompiendo algunas rocas con los puños.

Lo peor fueron los yunques que pertenecían al edificio, ya que se trataba de una antigua herrería. Cuando todo se vino de golpe, fue lo que más daño le hizo, además de la asfixia por el polvo, lo único que no se esperó recibir encima. Las paredes cayeron todas hacia dentro, dejándole enterrado. No quedó nada en pie del edificio y no había rastro de Akatsuki a primera vista. Una gran nube de polvo lo cubría todo, no se oía nada, pero él estaba vivo. Los que lo conocían sabían que hacía falta mucho más que eso para matarle. Los materiales estaban desgastados y él pudo salir un rato después sin demasiada dificultad, dada la fuerza que podía emplear para quitar cualquier cosa que tuviera encima.

Tenía heridas por todas partes, pero no parecía notar ninguna de ellas, ni siquiera las brechas que se había hecho en la frente. Aún tenía la mitad del cuerpo enterrada, pero con las manos fuera pudo ponerse en pie sobre los restos. Tosía el polvo que le estaba secando toda la garganta, le costaba respirar, pero todo mal se esfumó cuando vio a la drow sana y salva. Fue hasta ella lo más rápido que pudo, para estrecharla entre sus brazos. Estaba más preocupado por ella que por si mismo.

-Menos mal que conseguiste salir.- Ya que estaban casi solos, le dio un beso fugaz, para luego reparar en la presencia desconocida. -... Gracias por la ayuda, supongo.

Imaginaba que había sido ella la culpable de la magia antigravitatoria y aunque en realidad le había perjudicado, no quería problemas con nadie y prefería agradecer los intentos de ayuda sin poner pegas. Lo único bueno que había hecho eso, había sido permitirle pensar y prepararse para el resto. Sin mediar más palabra, se fue con la drow de regreso al campamento, ya que Atenea se había encargado de aquella pequeña familia, les tocaba preocuparse por su propia salud, pero de nuevo él solo reparaba en la de Karura. Al verle llegar así, los Rubinus se alarmaron por el incidente que se estaba propagando por todo el Valle, pero él insistía en que estaba bien. Les ignoró para centrar toda su atención en la elfa.

-¿Cómo te encuentras?

La mayoría de los aldeanos que se reunían en la plaza estaban ovacionando al Custos Dei que tenían en frente, listo, al parecer el caballero de la muerte había encontrado fructífera la venida a esta pocilga olvidada, ¿El gobierno quiere prosperidad?, pues bien, el Azote sacará a esta gente de su miseria, pues el caballero de la muerte ha convencido a mucha gente en seguirlo, acercándose al caballero de la muerte, Tichondrius mostró una sonrisa... ya habia conseguido nuevos miebros

Habian conseguido individuos entusiastas totalmente dedicados a su causa, a pesar de que los reclutas nuevos son tímidos y débiles de voluntad, inseguros de sí mismos. Impopulares, personas maltratadas, a menudo consideradas fracasadas en su oficio o en su vida en general, son propicias para la manipulación del Azote, ya que no tienen mucho que ostentar en un primer momento. Con la promesa de riqueza, poder y conocimiento, lo que los motiva, el Azote los atrae. Cuando los mortales se comprometen con el Azote, se ven obligados a estar para siempre al servicio del Rey Exánime.

El reclutamiento de miembros habia sido todo un exito alrededor de ochenta aldeanos se mantenian firme entre toda la multitud y aclamaban al Caballero de la muerte... es muy simple y no requiere de grandes dosis de persuasión como sucede en otras facciones. Simplemente hay que sentir simpatía por El Azote o ser un no-muerto para resultar afectado por el hechizo de influencia del Rey Exánime.

- Es hora... caballero de la muerte, haz reunido a un gran numero de aldeanos

El hombre mas fuerte del mundo, así se denominaba nuestro Adlet Muzule Maier, nuestro vicealmirante que en estos momentos se encontraba en el valle chocobo mientras todos reconstruían el lugar con esmero y se miraba el entusiasmo y esfuerzo que ponían en el mismo, parecía haber alguien que solo pensaba para si mismo, siguiendo fines que quien sabe que pasaba por su cabeza, pero tener bajo sus estúpidas palabras a un grupo de 80 ciudadanos!?, eso era una gran cantidad de ciudadanos era una suma tan alta que dejaba casi vacío el pueblo, quien se creía ese tipo?, llevarse a ochenta ciudadanos para sus propios fines?. Hacernos trabajar como simples idiotas para cuantos…. Unos tres aldeanos que quedarían?, reconstruir todo el lugar donde no lo disfrutarían los que de verdad deberían?. El simple hecho de saber eso hacia que la sangre que corría dentro de Adlet hirviera el hombre mas fuerte del mundo no podía permitir que sus hombres y el resto de camaradas que solo había escuchado sus nombres trabajasen para un pueblo que quedaría casi abandonado, no podía permitirlo sin mas adlet dio un grito al aire. –Venid aquí camaradas!- dijo Adlet refiriéndose a los hombres que le habían acompañado en todo el viaje, estos dejaron de hacer lo que hacían y rápidamente llegaron donde adlet y el pequeño grupo de tres aldeanos que adlet había salvado.
El hombre mas fuerte del mundo estaba indignado por como aquel ser actuaba quien se creía?. Adlet comenzó a caminar y el grupo de sus hombres y los tres aldeanos le acompañaban, no tardo mucho en ponerse frente a Arthas y tratar de bloquearle el paso. No permitiría que se llevase a los aldeanos aun fuese un superior a el. –Oye tío , No sé quién eres, ni porque te llevas a los aldeanos, pero no puedo permitirte que los lleves… Todos aquí hemos venido a trabajar por reconstruir este lugar, que sentido tiene construir un lugar donde nadie podrá habitar gracias a tus puros y egoístas ideales, baja tus humos y no te lleves a estas personas- “el mas fuerte del mundo” estaba ahí haciendo fuerte a un hombre que no conocía alguien que tampoco sabía su poder, pero no le permitiría salirse con la suya. Adlet se encontraba solo ahora mismo, los hombres de adlet y los aldeanos habían seguido la instrucción que Adlet les había pedido, cerrar el paso que el otro charlatán pensaba tomar con 80 aldeanos, los hombres de adlet hacían uso de los explosivos para mover piedras y bloquear el paso, ya luego adlet y sus hombres liberarían el paso, pero ahora lo primordial para adlet era evitar que ese embustero se llevara a tanta población. –no te lleves a esos hombres, quien sabe que les harás- dijo adlet manteniendo una cara semi seria ante ese hombre.

Karura creyó que iba a morir ahí. Todo a su alrededor se desmoronaba como un castillo de naipes. Justo cuando iba a ser enterrada por el polvo, la madera y las piedras, los escombros se detuvieron en el aire y ascendieron poco a poco como atraídos por alguna fuerza mágica. Karura vió una enorme esfera en el centro. Alrededor bailaban fragmentos de la torre destruída como satélites de un sol brillante. Por un momento se pensó que estaba soñando, y que aquello no era sino un producto de una ensoñación cercana a la muerte. ¿De verdad iba a conocer su final de aquella manera tan estúpida?

Como si un ente divino hubiera escuchado sus plegarias su pregunta fue seguida por la visión de Akki cruzando el umbral de la puerta, apareciendo entre los escombros y las vigas melladas como un ángel salvador. Karura se arrebujó más a la pared fragmentada. Percibió que su silueta se acercaba al centro de la esfera, que extendía la mano hacia el hechizo y lo hacía desaparecer de una manera que no llegó a comprender. Cuando esta se difuminó en el aire, todo volvió a caer como una lluvia sólida y mortal, y Karura notó que algo le golpeaba la cabeza y perdió el conocimiento.

Despertó minutos después. El cuerpo de Akki estaba justo encima del suyo, y horrorizada, notó que encima de su espalda se apoyaba una parte del muro de la torre. Pero no recordaba de que Akki estaba lejos de ser humano. Se levantó con la piedra encima, y cayó al suelo haciéndose pedazos pequeños de grava. Estaban cubiertos de polvo. Karura sentía su cuerpo entumecido y horriblemente cansado. Le dolían los brazos, y al tocarse la ceja derecha, se manchó el pulpejo del dedo de sangre seca. El ex-general la abrazó y le dio un fugaz beso. Karura estaba agradecida de volver a sentirlo junto a ella, y le rodeó el cuello con los brazos. El peliazul la levantó en dos brazos y la ayudó a salir de la broza de piedras y columnas partidas.

Justo cuando sus piernas cansadas acariciaron la nieve vieron a la mujer que había obrado tal milagro. Akki se lo agradeció secamente. Pronto vinieron dos hombres de Rubinus, incluido aquel que se había dirigido a ella en el barco.

—¿Qué demonios ha pasado aquí? —preguntó, boqueando.
Akki lo ignoró y se dirigió a Karura, que aún se cogía de uno de los brazos. Estaba lleno de magulladuras y cortes superficiales.
—Estoy bien. Sólo me duele un poco la espalda.

Akatsuki dio las órdenes de volver al campamento. Uno de los suyos le informó que habían reunido a todos los supervivientes que habían podido encontrar. Sin embargo, escuchó que un buen grupo de ellos se los había llevado un caballero del gobierno del Lord, al parecer con oscuras intenciones. Karura percibió el tono consternado del Rubinus y la expresión nerviosa de Akki al enterarse de la noticia, aún así, estaba demasiado fatigada para darle la importancia que merecía.

El tritón intentaba mantener un rostro serio y decidido, sin embargo no podía evitar sentirse alegre y mostrar una sonrisa aniñada al oír las ordenes de agradable Ministra. Con la carpeta entre sus manos, su rostro se llenaba de ilusión, al saber que le confiaban algo tan importante, una misión que requeriría sin duda de mucha cooperación del resto de marinos, pero que el noble se creía capaz de lograr. Siguió con curiosidad a la superior hasta aquel puesto, el cual no quería ocupar mucho tiempo, pues prefería salir con una tropa y carruaje a repartir a los habitantes de chocobo lo que necesiten, pudiendo ver el rostro de agradecimiento de todas esas personas. Una vez la ministra dijo todo lo necesario, el Almirante Ripping mostró una sonrisa y una mirada decidida, acompañados de un encuadre y saludo militar. - No se preocupe Ministra, puede dejar estas cosas en nuestras confiables manos, me encargaré que sus palabras sean cumplidas, por favor no caiga en estrés y que tenga una buen encuentro con el resto de ministros, me retirare inmediatamente, y tomar a mis tropas junto a algún vehículo para entregar lo necesario a los habitantes de chocobo. - Anunció de manera energética, para sin esperarse mucho mas bajar su mano y correr fuera de aquel despacho, aún con la carpeta bajo su brazo.

Con tanta emoción salió el joven corriendo que no prestó importancia a quienes andaban cerca, o con quienes se cruzaba en el camino, estaba muy alegre de la orden que había recibido y fue rápidamente a la carpa de los heridos donde pudo ver a uno de los marinos que momentos antes había enviado en busca de aldeanos. El tritón se presentó en un saludo militar, e informó al marino frente a él, dándole la orden de que reuniera al resto de su tropa y le esperaran a un lado de esa misma carpa, pues el primero debía ir por el cargamento de recursos que la Almirante había traído al lugar. Tomaría esos alimentos, ropajes, y algunas otras cosas necesarias para la nueva vida de los aldeanos y se dedicaría a recorrer el valle en busca de quienes lo necesitaran.

Jack corrió, energético, pues al ser bastante joven el tritón pocas veces se quedaba sin energía, no le costó llegar donde un grupo de cruisers parecía custodiar esas aeronaves cargadas en recursos. - Vicealmirante tercero  Ripping, tengo ordenes directas de la ministra para repartir estos materiales a los habitantes necesitados del Valle - Anunció el joven peli azul alzando la voz, de manera autoritaria hacia ese grupo de marines. No hubo cuestionamiento a la frase del tritón, pues lo dijo en un tono tan decidido que era imposible creer que estaba equivocado. Si bien el joven noble era muy inteligente y poseía muchos conocimientos, no tenía idea de como manejar estos vehículos de tierra, así que reclutó a uno de esos crusiers y lo puso a manejar la aeronave, subiéndose el vicealmirante en la parte trasera, revisando su inventario para comprobar que todo estuviera en orden, y saber de cuantos materiales contaba en aquel cargamento.

No contaba con demasiado allí, pues bien los recursos estaban repartidos en distintos vehículos, de igual forma, dudaba de si con eso bastaría para apaciguar la pobreza y el dolor que afrontaba del valle, sin embargo, Jack no se desanimaba, pues contaba el dinero para conseguir mas recursos y la autoridad como para ordenar que se los trajeran hasta allí. Tras un no demasiado largo viaje, el vehículo llegó a donde el vicealmirante había ordenado a su marinos que le esperen. Jack bajó de la parte trasera de vehículo y permitió al cruiser que había reclutado del la otra zona que cambiara puesto con alguno de los de su escuadrón, permitiendo que el marinero vuelva a sus obligaciones. - Muy bien chicos, vamos a alegrarles el día a algunos aldeanos, escolten a los heridos a la carpa de los doctores, asegurence de que cada persona reciba comida y abrigos, y si ven niños pequeños indiquenles donde pueden llegar al comedor, no debemos dejar que mas personas sufran en este reino - Ordenó el joven Vicelamirante, hablando para todo su grupo, justo al momento de partir para ingresar con aquellos suministros en la parte mas destruida de aquel valle.

Ayudar a los demás era algo que podía parecer sencillo para muchos, pero muy pocos sabían realmente lo que debía de hacerse para ser considerados de utilidad. Seguían ordenes, acarreaban materiales y ofrecían un apoyo moral y material a los habitantes de Chocobo, sin duda alguna era algo que se veía bien a los ojos de los que estaban fuera de los esfuerzos de ayuda, pero a la larga habia que lidiar con otros asuntos que eran mas "apremiantes", como el ver que una fuerza de defensa sea posicionada en las cercanías para evitar que nuevamente este lugar sea un blanco de los atentados de los revolucionarios.

En teoría, debía buscar a la cabeza de este movimiento o, en cierto sentido, su cabeza legal, quien viene a ser la anteriormente mencionada Christa, esa mujer que era como una hermana menor a mis ojos y mi corazón, madrina de mi hija y amiga de la familia desde hace años. Pero, por obvias razones, no he podido dar con ella pues no lograba encontrarla en ningún lugar, ademas de que habían ocurrencias mas importantes que debían de solucionarse: Heridas por aquí y por allá, que eran sanadas con mi poder musical; escombros que debían destruirse, que sucedía con mi poder musical; ayudar a transportar cosas, que cargaba de un lado al otro y se las dejaba a los que las necesitaban... Lo usual en un proceso de reconstrucción.

Eso, al menos, hasta que unas fuertes palabras que fueron pronunciadas con dureza y frialdad llegaron a mis oídos de parte de una muchedumbre parada frente a un sujeto con una capa. Su figura no me era familiar, ni tampoco la quimera que caminaba a su lado, pero ya la voz en si misma me hizo saber que se trataba del líder de los Custos Dei, Kvothe Arliden, quien estaba hablando con un hombre a caballo que portaba una armadura que mas que ominosa, se veía ridícula. Si habia algo peligroso, en todo caso, era la hoja que ese hombre a caballo sostenía en su mano, una hoja maligna y maldita como pocas.

Esto, verdaderamente, merecía mi atención.

-¿Está todo bien, Kvothe?-Pregunté al ver que el Primo Dei estaba reprendiendo a ese hombre que, al parecer, habia hecho algo muy malo si es que logró hacer que el normalmente impasible hombre de cabellos negros levantara la voz y usara un vocabulario que puede tomarse como "fuerte" para un día tan normal como este, donde estábamos trabajando entre amigos-Creo que necesitarás ayuda lidiando con lo que este... sujeto ha hecho, porque no confio en que realmente haga lo que le ordenaste.

Si, hay hechizos de hipnosis y control mental sobre las personas que estaban en este lugar, pues su mirada vacante y su falta de reacción ante todo lo que ocurría a su alrededor solo podía indicar que eso habia sucedido. Tomando en mis manos la siempre presente guitarra -que no es mágica, por cierto-, hice sonar unos pocos acordes con el fin de afinarla por el momento, preparando en mi mente una melodía calmada, algo que les devolviera el control de sus cuerpos y mentes a las pobres personas. Ser un juguete en manos de alguien sin escrúpulos, alguien que los usaría como peones en un juego donde ellos no tienen voz ni opinión... eso es terrible.

-Despierten, almas en pena, de su letargo forzado... Ustedes no merecen sufrir mas de lo que ya sufrieron...-Susurré mientras obraba mi magia, tejiendo mi energía en las notas musicales que emanaban de mi instrumento como una onda suave que rompía las cadenas de esclavitud mental en las que se veían atados los habitantes de Chocobo bajo el dominio de quien, por palabras de mi superior, era un hermano juramentado de los Custos Dei-Vuelvan a sus labores, a sus hogares. Tienen un trabajo, que es reconstruir sus vidas en su tierra. El Lord les proveerá de lo que necesiten, mas no hagan caso a palabras necias que buscan apartarlos del camino y la luz.

Ellos no deberían sufrir mas. Ya perdieron mucho, y perder su libertad sería la gota que colma el vaso. Nuestro trabajo no es doblegarlos, sino ayudarles a ponerse de pie...

PoV Arthas

Se me interponían en mi paso, unos hombres ruidosos, esto no tenia por que ser demasiado llamativo... había fallado el mandato del Rey Exánime, había fallado como Caballero Oscuro, pero la ira y la desesperación no eran característica mía, se me había acercado un hombre a reprenderme por mi actitud... le había dicho expresamente a Tichondrius que vigilara por si alguien se acerca, los funcionarios del gobierno no estarían muy de acuerdo que yo me llevara a los aldeanos, sin decir ni una palabra escuche todo lo que me tenia que decir y no respondí ni una sola palabra, el hombre parecía muy prepotente y no quería iniciar una pelea en medio de la nada.

Sumándose a la advertencia venia el Primo Dei, otro ruidoso hombre que venia a reprochar mis acciones, era una molestia fulminante, que tenia que ser superada. Dándole una mirada de desaprobación a Tichondrius dirigí la vista en el hombre, ignorando su mirada burlesca, manteniendome serenos y tranquilo

- Eres muy ruidoso... Primero- Hice una mueca al escuchar las palabras burlonas y sarcásticas aunque algo indiferentes del Primo Dei

Pese a ser muy respetuoso con los demás, el Primo Dei, estaba muy inquieto, reprochandole, el ''secuestro'' de la gente, el esfuerzo de los agentes del gobierno por reconstruir el Valle... ¿Esto es enserio?... ¿Que llegue hasta el Lord ?. Nunca había visto pelear al Primo Dei, incluso sabiendo o no de su poder yo jamas he subestimado el poder de un guerrero, nunca me he mofado de sus capacidades y nunca he hablado en un tono sarcástico... creo que lo herede de mi madre, es mas creo que si dejaba vivir mucho a esa mujer no estuviera aquí.

- Oh valla ¿Te gusta?... no es mi magia... es Frostmourne, yo solo soy un simple intermediario

Dirigí una mirada cínica y muy indiferente al Primo Dei haciendo bailar en círculos a los aldeanos, quienes torpemente seguían las instrucciones de mi dedo... un... dos... y un dos... hahaha era divertido ¿Porque no lo había intentado antes?

- Primo Dei, déjame decirte que yo sirvo al Lord porque el es un visionario un gran gobernante que utiliza la ideología de todo monarca absolutista... El fin justifica los medios... hmp ¿Habías escuchado esa frase?. Veras es muy simple, nosotros somos como esta gente -Señalando a los aldeanos quienes torpemente estaban bailando-... tu, yo, los custos, y los funcionarios del gobierno somos como ellos... simples marionetas, ¿Algunas ves has sentido el poder absolutista?... bien eso es, el poder de controlar la vida de tus servidores y tener tanto poder que ver el mundo te parecerá muy pequeño

Acercándose al estar suficientemente cerca, me acerque a la oreja del Primo Dei, no quería sonar mal, ademas no había tenido la oportunidad de hacer amigos con mis camaradas, comencé a susurrar en su oido

- Lo unico que estan haciendo estas damas y caballeros del gobierno es arreglar unos parques, restaurando calles, edificios y curando heridas superficiales... Lo que tu no te das cuenta es que el daño ya esta hecho, los revolucionarios avanzan, la herida ya esta abierta... ¿Intentan tapar el sol con un dedo?, la gente del gobierno recuperaran la confianza y este pueblo volverá a su gloria, cuando la esperanza, vuelva a ellos... ¿Crees que con unas cuantas acciones de caridad vamos a ganar esta inminente guerra?... la guerra se gana con soldados... no con estas estupideses

El enojo del hombre que me hablo al comienzo era muy notable, al parecer tenia un espíritu impecable y poderoso, aunque algo ruidoso, esa es la clase de gente que en el futuro se volvería muy poderosa, le dirigió una mirada haciéndole una señal de ''te atenderé en un momento'', no tenia elección, pues el objetivo era llevar a toda esta gente en total secreto, tenia que desistir... me aleje un poco del Primo Dei y de espaldas. ya dirigiéndome a la salida del pueblo, donde Tichondrius y mi caballo me esperaban me despedí de el

- Piénsalo, camarada y veras que... lo que digo no es tan descabellado como suena-Ya estando a punto de subir a mi caballo, le dirigí una mirada y le dedique una reverencia- Primo Dei... fue un honor, luego parando con un simple chasquido de dedos, desenvaine a Frostmourne y golpeé su empuñadura contra el suelo, los ojos de los aldeanos recobraron su color, dejaron de bailar y se preguntaron donde estaban